OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Una alianza par Ardah (4)




Una alianza para Ardah

(Cuento)

En un señorío lejano y casi desconocido, la guerra romana por la conquista, había llegado a su fin…

...pero también ponía fin, a la vida del soberano de aquella heredad, noble y digno guerrero de aquel pequeño territorio…

Conocido como Nur, el justo y piadoso fuego del cobijo…

 

El magnífico soberano provincial, había gobernado con justicia y defendido la plenitud y libertad de su comarca, a costa incluso de su vida… como así presenciaron las fuerzas romanas…

Viendo que la herida era mortal, llamó a su fiel consejero Maghen… e intentó su última defensa…

Pidió al comandante general Macario, distinguido baluarte de las fuerzas enemigas romanas, una última asistencia antes de la rendición de su humanidad, pudiendo así, entregar a Dios, su alma en paz…

 

El pedido parecía hasta incongruente… consistía en la necesidad que escuchara a su consejero Maghen de manera tal, que quien lo sustituyese en el trono de su pequeño señorío, fuese digno de su imperio…

 

…justo y de buen corazón para con los súbditos hasta ahora a su merced, al que abandonaba por decisión de su dios… y de quien respetaba toda decisión y voluntad…

Conmovido el comandante Macario, frente a tanta preocupación de alguien que terminaba sus días en dignidad plena, suplicando por otros, antes que por sí mismo, y en sus últimos momentos, así  le otorgó su palabra…

 

Extrañamente, el consejero Maghen ese mismo día, ni bien amaneció, eligió dentro de las tropas romanas, al guerrero más, firme, pero también menos destacado de la legión…

Se trataba de un muchacho heroico, noble y de buenos sentimientos, que había sido incluido en las líneas del ejército, desde su condición de liberto… en una de las tantas ciudades conquistadas por Roma, al momento mismo de la salida del sol… y por ese motivo, se le dio el apodo de Lucius…

 

El viejo comandante Macario le anunció que quedaría a cargo de la provincia, y debía llevarlo según las viejas costumbres del imperio romano…

 

No entendiendo de normas que puedan regir la armonía de un poblado, siendo apenas un muchacho, Lucius quería simplemente declinar aquel pedido… motivo por el que Macario le permitió pensarlo por tres días… tiempo después del cual, daría por terminada la promesa hecha a Nur… y elegiría según el designio de Roma…

 

Casi al término del tercer día, Lucius, confuso y abrumado, reclinado frente a un bello paisaje de armonía, sencillamente, ante tanta presión, quedó dormido… y tuvo un extraño sueño…

 

Tal como si alguien le describiera el proceso de su vida, veía transitar las imágenes, una a una, y la vos indicaba, que todo el camino de su existencia, incluso su destino de liberto, había sido preparada para aquel preciso momento…

Februo lo iluminaba desde su profunda oscuridad... 

Decidiendo por esta ensoñación, aceptar tal suerte…

 

El mismo día que obtuviera su corona y la aclamación de sus súbditos, un gran remolino de hojas amarillentas, crepitando a merced de un viento inesperado,  cayó sobre toda la comarca, como una lluvia imprecisa de colores mortecinos, pero al preciso instante mismo también, que los árboles comenzaban a florecer…

 

Fue a la hora tercera de la tarde, del día quintius, del mes de februarius, en que el viejo Nur moría satisfecho…

 

Lucius reinó sobre la pequeña provincia romana, lo mejor que sus sueños le fueron indicando, y un día pensó que la vida había sido generosa con él, pues le había otorgado una esposa que muy pronto también hubo partido, pero antes, le había dado dos hijos…

 

Los años estaban terminando en su jornada…

Siendo un buen gobierno, Lucius se inmiscuía secretamente entre sus gobernados, juntamente con Maghen, el viejo consejero  que hubo heredado de Nur…

 

Tenía un gran interés de conocer las necesidades de sus gobernados, contemplando de cerca sus vicisitudes y proyecciones de futuro…

 

Fue así, que llegó un verano de muy poca cosecha…

Tenía el alma contrista y frente a su trono se presentó un viejo mercader del oriente…

 

Portaba un extraño cuadro, dividido en múltiples cuadros más pequeños…en total, sesenta y cuatro...

 

Este mercader, le prometió darle un grano de trigo, por cada proyección de cuadros multiplicados uno por otro y tras otro, en el sentido lineal y transversal,  a cambio de la mano de su hija…

Y fue que el soberano consintió… para que su comarca, no padeciese el hambre…

 

El sacrificio de su hija por el sustento del pueblo, quebró el ánimo del buen monarca… aunque cuenta la leyenda, que fue feliz… a su manera...

 

Quedando con su único hijo, pensó que a este, le otorgaría mejor destino… y dispuso su corazón y mente, tras ese acomodo…

 

El hijo debería elegir esposa entre las comarcas vecinas,  o la propia…

Y fue que le concedió tres años para elegir consorte…

 

Los años pasaron y Filius, su hijo, no había decidido… pues en una de sus intervenciones de incógnito, junto a su padre y dentro de su comarca, se había enamorado de una pastora, a quien no se había atrevido a pedir la mano, pensando que su padre, querría para él, un mejor partido, y por hacer feliz a Lucius, después de la partida de su hermana, Filius decidió sacrificar su amor…

 

Mandó la invitación el soberano Lucius a diferentes muchachas… misivas que estuvieron  a cargo de viejo consejero Maghen, de la antigua potestad de Nur…

 

Las invitaciones fueron nueve…

 

El gran día de la elección, el cocinero real debió elaborar nueve diferentes pasteles, tal cual el cuadrado que años atrás había llevado a su hija de su lado… sumiéndolo en la tristeza…

 

Sobre los mismos, estableció la vieja costumbre del imperio romano, en cuanto a la disposición de la defensa militar, que el mismo tenía como adiestramiento y táctica con sus viejos compañeros de lucha…

 

Torres, caballería, emisarios, arqueros y escuderos terrestres…

 

Frente a cada pastel, cada una de las muchachas, debería elegir una porción, y en ella, encontraría la alianza que le permitiría ser desposada por Filius…

 

Por designios extraños, una de las invitaciones llegó a manos del padre de Ardah… la pastora… y este la impulsó a asistir...

 

Una morena que, oriunda del oriente,  vivía con su padre; gobernante de una pequeña tribu, radicada cercana a Numidia…

 

Joven de buen corazón y pastora de gran parte de las ovejas de su tribu…

 

Su nombre le había sido dado, porque el sol del desierto le había curtido y torneado, dándole un tinte bronceado, casi como el negro de los esclavos romanos…

 

El gran día de elección llegó…

 

y fue a la hora tercera de la tarde, del día quintius, del mes de februarius, de un año Mercedonio…

 

Lucius confió en el designio de sus sueños…y encomendó el destino de Filius a su dios…

 

Frente a los nueve pasteles, las muchachas fueron eligiendo sus respectivas porciones…

Unas se decidieron por el lugar de las torres, otros por las de la caballería, hubo algunas que pretensiosamente tomaron la del rey o la reina…

 

Ardah, frente al pastel de su pertenencia, pensó en ese complejo cuadro, tal un campo de batalla, en cómo defendería su rebaño respecto de los chacales del desierto, pues de ello, dependía la vida de su tribu…

… y así, eligió la porción de escudero y la que estaba antes que el rey…en el mismo sendero lineal...

 

El rebaño era más importante, incluso que su propia vida…

 

Y fue que la alianza, estaba incluida en esa porción precisamente…

 

A la hora séptima, del día quintius, del mes de februarius, de un año Mercedonio… Filius desposó a Ardah… y un torbellino enorme de hojas amarillentas y mortecinas, fueron regadas sobre la comarca por un viento extraño y misterioso, mientras Lucius, entregaba su alma al Creador… y todos los árboles florecían embriagando con un perfume único, a todos los súbditos de aquel pequeño feudo…

Vitelmina Ahuir


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