OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Rebeldía (3)





La rebeldía…

(Cuento)

Cuenta la leyenda, que un buen día, el hombre harto de emigrar vida por vida, y habiendo vivido todas las experiencias que un alma humana podía enfrentar…  vio que se aproximaba un nuevo calendario al que debía desafiar…

Mirando las estrellas, y que estas al igual que él, una y otra vez continuaban en el mismo ciclo,  solicitó una audiencia a Dios…

Había anotado puntillosamente los pro y los contra de las múltiples y diferentes vidas, así que muy bien preparado para la ocasión, se presentó frente a su trono…

Acostumbrado Dios a pedidos, agasajos, requisitorias y alabanzas, más cuanta cosa de todo lo que se sentía meritorio, escuchó el planteamiento que el hombre le hizo, y que no se esperaba por cierto…

Como todo Padre, al igual que el hombre, consideraba que los hijos debían rendirle pleitesía por haberlo creado y sencillamente haber puesto toda la creación a su merced…

De hecho, consideraba también el hombre que esto debería haber sido la respuesta correcta de los suyos, cuestión que no había sido según lo esperaba…

Así, idénticamente en el transcurso de las múltiples vidas, y se sentía como Dios, inmensamente, solo… frente a su propia creación… y hasta posiblemente defraudado…

Dios lo escuchó atentamente, muy preocupado por cierto… pues los considerando arbitrados por el hombre, eran sensiblemente justificados…

El hombre tenía razón, pero Él era ¡¡¡Dios!!!

Satán, que andaba husmeando bajo la alfombra del reino de Dios, también había escuchado atentamente al hombre en su sensible queja…

Dios, con sincera mirada de infortunio y visiblemente contrariado, solicitó al hombre, que esperara por su respuesta, durante seis días, ya que al séptimo debía el hombre poner en práctica, la decisión del Gran Artesano de los Mundos…

Se retiró el hombre de los cielos, y en un oscuro pasadizo rumbo a la tierra, encontró a Satán, desesperado por ser escuchado por el hombre…

Bello y de una sensacional parla desquiciante para los oídos de cualquier mortal, le ofreció todo lo que un ser humano podía imaginarse: riqueza, fama, poder, mando, y satisfacciones increíbles, a cambio de su alma…

El hombre prometió pensarlo por seis días… y al séptimo seguiría acorde a lo dispuesto por su Libre Albedrío…

Llegado el término del sexto día, el hombre acudió a su cita con el Señor de los Cielos…

Pero en el camino y de repente, sin saber cómo, se vio entre un enorme oleaje de un mar totalmente embravecido, pero muy cerca de las costas de no se sabía dónde…

Entre los enormes nubarrones, se escuchó la voz  del Gran Arquitecto del Universo, diciéndole…

_He allí… te he otorgado tres ruedas…

_En el transcurso de seis días, debes cambiar sus varas, pues son las que sostienen tu peso mortal_ continuó un tanto enojado…

_Al séptimo día, ellas se disolverán_ Marcó hasta con violencia…

_Debes reemplazarlas por madera que conseguirás, a medida que me implores por ellas, y reconozcas que soy dueño y señor de tus días…

El hombre contempló las ruedas inconexas entre ellas, pero el tri parte contaba con doce varas de azúcar… cada una,  al igual que su centro y a merced del agua…

Su razón le decía, que no pasaría demasiado tiempo, para que estas se disolvieran en la enorme y tumultuosa agua del mar…

Así es que con mucho esfuerzo, las apiló para conseguir tiempo extra, respecto de la tarea…

Era posible, que el tiempo se triplicara… hasta utilizar muy propiamente su Libre Albedrío…

Satán permanecía muy cerca en un hermoso barco, bien acompañado y lleno de todas las exquisiteces, imaginables y no…

Pasado el primer día, Satán desde la borda, le iba mostrando los mundos que podría poner a su merced… y por cada día que el hombre se mantenía incólume, sin apegarse a sus dádivas, una tabla aparecía para reemplazar las varas de azúcar…

El hombre padecía la máxima expresión del hambre, sed y desazón que nunca hasta entonces había sentido… su mayor estigma de soledad…

Dios lo contemplaba desde la costa, con sincera satisfacción… acompañado de un gran séquito de Ángeles, risueños y rubicundos… que aplaudían sin cesar…

Cuando todas y cada una de las varas había sido reemplazada por madera, la violenta tempestad había cesado…

No conforme con la decisión del hombre, Satán con una copa del mejor vino, se acercó al hombre, mientras Dios terminaba de calmar las aguas…

-¡Oye, ven, toma, calma tu sed!_ propuso el rey del averno_

El hombre miró a ambos, a Dios que lo esperaba a la orilla y a satán, en su bellísimo bote…

Así fue, que tomó la copa que le brindara el rey de los demonios, la bebió con fruición, y parándose en el centro de las ruedas apiladas, saltó a lo profundo… pateando a la orilla, la gran rueda tri parte, a los pies de Dios… mientras las olas lo abrazaron y llevaron a lo profundo de su vientre…

Su Libre Albedrío no había hecho elección alguna…

El suave oleaje lo fue llevando a la costa, lentamente… casi moribundo… pues ni la muerte había sido hospitalaria con el hombre…

… ni la muerte había querido hacerse cargo de él…

Luego de haber tomado varios litros de agua, el hombre llegó a las costas, vomitando mil y una caracola, a diestra y siniestra… y así, volvió a las puertas del cielo…

Un cartel con letras de nubes, estaba apuntalado con cuatro clavos a la puerta…

En él se leía muy claramente:

Cerrado para nuevas audiencias, durante seis días celestiales…

El hombre se apoyó en la puerta del cielo, miró hacia el mar, la barca de satán, había desaparecido…  y volvió a encontrarse, nuevamente sólo y a su propia merced…

Vitelmina Ahuir


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