OSIRION PRINCIPADO DEL KA

El Gran Hacedor y su fuente (46)


El Gran Hacedor y su fuente…

(Cuento)

El gran hacedor yacía mirando el incontenible vacío… así fue, que por soledad, decidió crear a los dioses inferiores y sus asistentes, los bellos Ángeles…

Todos y cada uno, correspondían a las asignaturas, que el Gran Alquimista de todos los espacios y los tiempos, había designado… a cada cual…

Y Dios vio, que todo lo creado, había sido bueno…

El Altísimo se sentía pleno por su creación, en paz y en compañía…

Los dioses, charlaban alegremente, los Ángeles jugaban por aquí y por allá, y por un instante, el Señor, volvió a sentirse solo… y en su soledad, una duda creció dentro de sus pensamientos…

¿Por qué la devoción de sus súbditos? ¿Acaso lo amaban? ¿O solamente le servían porque le debían la asistencia y la vida, nada más y nada menos, que eterna?

Fue así, que instaló en los cielos, y en el medio de esa vacuidad, una gran fuente…

Pensó largamente, cómo podía saber si realmente era amado, o servido…

En su laboratorio universal, con un poco de aquí y de allá, vertió en la gran fuente, la pócima de la rebeldía…

Así fue, que convocándolos a todos, dioses y Ángeles, les transmitió su decisión…

Nadie debería beber de esa fuente, que era solamente propia…

Todos escucharon y se retiraron a sus labores… A nadie, se le ocurriría ni siquiera acercarse a ella…

Los más ingenuos de toda la vacuidad, y últimos creados por el Gran Alquimista, eran los dioses, Amor y Deseo…

 

Deseo, por demás de juguetón, siempre marchaba cruzando nubes con sus flechas, a pesar del disgusto de los gordezuelos y espumosos nimbos… a este pícaro dios, le satisfacía mortificarlas, una y otra vez…

En un tiempo no preciso, ya que en el vació, no existen los tiempos tal y como los conocemos, Amor y Deseo, acalorados por sus correrías, sin siquiera recordar la orden del Hacedor, se sentaron a la orilla de la enorme fuente… y sin pensar también, bebieron de sus dulces aguas…

El Gran Hacedor, sintióse desilusionado de sus dos bellos dioses… máxime cuando la borrachera se había apoderado de ambos inconscientes…

Así fue, que tomándolos el Hacedor de un brazo a cada uno, abrió la puerta del vació, y los empujó casi al límite del abismo… con todo su enojo…

Vivirían por siempre, en los límites del vació y del abismo…

Los extravagantes dioses, aún totalmente borrachos, lanzaron las tres últimas flechas que quedaban en su carcaj y las dispararon con los ojos cerrados y desternillándose de risa…

Nunca se detuvieron a pensar, de la trayectoria y el sentido, por las que el Alquimista, las había creado…

Y fue, que una de ellas, traspasó a la Verdad con la Justicia, al Cielo con la Tierra, a la Luna con el sol,  y entre todos, formaron una nueva vida…

El Gran hacedor, ya no estaba disgustado… se veía hasta entusiasmado con esta nueva formación, que no había estado en sus iniciales propósitos…

A esta altura, ambos dioses, amor y deseo recobraban la cordura, y mirando al Gran Alquimista, suplicaron por su destierro…

Ls reglas habían sido infringidas, y si permitía el retorno de los dioses, ya todo sería un caos, se dijo… debía seguir mirando qué sucedía…

El Amor, comenzó a trazar nuevas reglas sociales entre estos nuevas criaturas… debían trabajar, con participación de uno con otro…

El Cielo estaba demasiado enamorado  de la tierra, y en su languidez, no podía concentrarse en nada de lo que debía hacer…

Entonces, Amor y Deseo les prohibieron estar juntos…

Uno reinaría en la supremacía de los lugares altos, y ella, la sensitiva tierra, sobre los planos de abajo y las profanidades…

 

Para vigilarlos, le dieron al sol, el cuidado permanente de los tórtolos, pero el sol estaba tan enamorado de la luna, que también yacía lánguido mirándola todo el tiempo, deseando estar con ella…

Al Amor y Deseo, cada vez se les hacía más difícil controlar la situación…

Estaban entrando en un caos… nadie trabajaba… ni querían salir de aquel estado de hechizo…

Todos estaban sin fuerzas… sin poder…

Acomplejados con la situación, volvieron a recurrir al Gran Hacedor, pidiendo clemencia…

Pero el Gran hacedor, estaba tan fascinado con el proceso, que consideró no era tiempo y había que esperar un poco más…

Amor y deseo, volvieron al límite de la vacuidad, desconsolados…

Decidieron entonces, que el sol y la luna, cuidarían a los tórtolos, cielo y tierra y los colocaron en sus tareas, al medio de ambos…

Pero ya no tenían flechas y si aún incorporaban nuevos seres, volverían igualmente al comienzo de la cuestión… y por ello, crearon al tiempo…

De esa manera, sujetaron con el tiempo, en dos caminos diferentes al sol y la luna… pero la luna estaba tan enamorada, que no hacía más que contemplar al sol…

Así fue que pidieron ayuda a la Verdad y la Justicia, pero ellas también estaban enamoradas, la una de la otra… y el problema aún seguía  de igual manera, sin resolver…

Fue entonces, que decidieron, tras haber puesto las reglas, desde y con el Tiempo, esperar, rogando solamente que las cosas pudieran funcionar…

El tiempo, puso caminos diferentes al Sol y la Luna, y también al Cielo y la Tierra, y a la Verdad y la Belleza, las ató para siempre al mismo infinito yugo…

Todos debían tratar de sobrevivir de alguna manera… sin colapsar…

El Cielo miraba a la tierra embelezado y ella coqueteaba creando mil flores para deslumbrar, sólo a él… pero de vez en cuando, y era atacado por la tristeza, el cielo lloraba amargamente, mojando a la tierra con su extrañeza… y la tierra lo amaba más…

Cuando el cielo estaba alegre, acariciaba a la tierra con sus mejores brisas… y ella recordaba su pacto de amor… y se volvía más coqueta y bailaba sobre su propio eje, contoneándose, dando mil y una volteretas…

Se ayudaban uno a otro…

Cuando el cielo se ponía gris, la tierra para calmarlo, florecía una y otra vez… y pensó que nada de lo que hiciera, podía ser suficiente… y desesperaba…

Fue allí que Gea, tiernamente, creó las golondrinas y las aves…

Cada una de ellas, le llevaría el mensaje de su amor, a diario.. y ya el cielo, nunca estaría solo, mientras ella viviera…

Pero la tierra se iba llenando cada vez más de flores y ya no había lugar…

Todos reunidos, le pidieron ayuda a la Verdad…

La Verdad hacía despampanantemente, el amor con la justicia, y de ellas nació la Muerte…

Y  la Muerte te enamoró del Tiempo, y juntos concibieron a la Renovación… y se amaron eternamente…

La luna y el Sol, quedaron sorprendidos, al igual que el Cielo y la Tierra…

Sólo había que distraer al inhumano Tiempo… mientras amaba a la muerte…

El Sol se dejaría alcanzar alguna vez por la Luna, y cuando ellos estuvieran copulando juntos, la oscuridad de la noche, daría espacio para que el Cielo y la Tierra se amaran… también…

El Sol, en su loca pasión, no podía esperar, a que la Luna llegara, y viéndola coqueta y hermosa, sin concebir, que sólo tenía ojos para él, comenzó a tener una rara sensación y así nacieron los Celos…

El tiempo y la muerte, estaban rebasados en sus tareas… y se volvió lo más permisivo que pudo…

El Sol en su ímpetu de Celos, aceleró los tiempos para poseer a la Luna, y con su titánica fuerza, la hacía volver, cada vez más rápido a su lecho de amor… y la luna era feliz…

Provocando la aceleración de la Luna…  y todos viviendo en el mismo espacio, también el Cielo y la Tierra, cada vez, se desplazaban a mayor velocidad…

Todos se habían acomodado…

La muerte transitaba por la tierra, cambiando sus flores y aves… y la tierra con el amor del Cielo, cada vez, creaba mejor… sin duda, eran el uno para el otro…

El Sol le haría una vez más el amor a la Luna y el Cielo en la oscuridad poseería a la Tierra…

El Gran Hacedor, a esta altura, estaba satisfecho… y feliz…

Amor y Deseo, habían solucionado y revertido el error de juventud, y así,, el señor, los acogió nuevamente el su hogar, el vacío…

 

Con esta experiencia, el Gran Alquimista emocionado, lo instituyó en todas las creaciones y mundos… y en el Séptimo día, se enamoró profundamente, de su creación para siempre… ya no estaba sólo…. La creación sería eternamente su amor… y así también la amaría por  toda la eternidad… porque ella, ella sería siempre la única para Él…

 Vitelmina Ahuir

 

 

 

 


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