OSIRION PRINCIPADO DEL KA

La Escalera (35)


La escalera…

 

Desde el viejo rincón del taller, suena la destartalada radio, que aunque antigua, entrega la virtud de cobijar cada ensueño…

Y como todo ensueño, tiene la cautivadora instancia de desdoblar el mundo en una multiplicidad de fragmentos, a la que se puede arribar, escalando lentamente hasta el archivo del propio desván…

Este que, aunque en apariencia, luce  descolocado y desordenado, su propietario sabe que cada pieza almacenada, fue estibada con la meticulosidad del bibliotecario… también con la potencia de la posibilidad de ser y hacer, lo que su propio artesano pueda crear en algún momento, con los pequeños trozos de material que posee… o le quedan…

Nada está demás, nada sobra, pero sí es posible que falten las últimas partes de la historia de su trabajo fecundo y hasta posiblemente reiterativo…

Hay una virginidad en cada trazo de su trabajo, pues en cada obra, encuentra es diferente y única para él…

Pero con la esperanza, que algún día pueda llegar a crear, la instancia sublime, del día en que luego, gloriosamente, se marcará en la postrimería del tiempo, y de su memoria, como aniversario…

Así, el artesano piensa en la grandeza, entendiendo que esta  estriba en no apurar la secuencia, pues si todo tiene un orden, como la melodía, que se disfruta desde el comienzo hasta el final, dejando fluir las notas, idénticamente como burbujas lentas de un espumante vino…  el resto, igualmente será meritorio y de gran significado…

…cada una de las partes que vendrán, serán igualmente ordenadas con la misma constancia y mesura…

El artesano cierra los ojos, y las suaves notas, parecidas al impulso de la suave corriente de agua que se desliza por el caño de la azotea del taller, y que se asemejan a una escalera interminable, insistiendo en  alcanzar cada rincón del lugar, donde cada parte del espacio, tal como una vasija inmensa de burbujas, y sin etiquetas de tiempo, encierran para su corazón, una alegre versión de la propia vida…

A esta altura, nunca sabrá si se trata del pasado, o de un impreciso futuro, sólo sabe, que es un momento en que se nutre y resguarda, buscando las más vistosas y coloridas demandas interiores, que le permitirán vivir un instante imperecedero de amor, único, que sin dudas, está al alcance de la realidad de su corazón al tiempo de ir a buscarlas… siempre…

Así, se recoge en su viejo almohadón, y simplemente se entrega al despliegue imaginativo… y en ese rincón, que a simple vista parce diminuto y desapercibido para cualquier veedor, encuentra lo que buscó siempre… un amor que jamás perece… 

Vitelmina Ahuir


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