OSIRION PRINCIPADO DEL KA

El Ángel repartidor (24)



El Ángel repartidor

 

Hace  muchos pero muchos milenios atrás, un Ángel bajó a la tierra para dar un obsequio a cada uno de los seres humanos…

Dios le había dicho, que con ese obsequio don, podría hacer cuantiosamente más fácil, la vida de cada uno de ellos…

Antes de bajar por los rayos del arco iris, este escuchó con desgano, cómo la gran máquina de colores, se ponía en marcha, obturando el descenso en el espacio tiempo, recordándole que debía dejar tan bello espacio propio, por largo tiempo, y un rasgo desconocido para él, se apoderó de su ánimo…

En la tierra lo conocemos como angustia y desgano…

Con un poquito de mala voluntad, sin voltear el rostro, para que el Gran Dios no viera el sentimiento en sus ojos, le consultó una última inquietud… contemplando el abismo que se abría a sus pies:

_¿Cómo debo hacerlo, Señor?

El Gran Hacedor, sacó de entre los pliegues de sus ropajes de nubes y le ofreció al Ángel,  un hermoso juego de pinceles y una paleta de colores bellos y diversos…  no sin antes esbozar, una pícara mirada y sonrisa… que por el capricho de no mirar al rostro del Señor, el Ángel no pudo ver…

Jabamiah, que así se llamaba este Ángel, esperó el escalón que lo llevaría a la tierra, mientras sus ojos se teñían de algo parecido al rencor, pero sólo por un instante…

(Los Ángeles no se enojan por demasiado tiempo espacio)

…y así se lanzó al vacío…

Las ciudades y pueblos de la tierra, estaban tan distantes el uno del otro, que por demasiados soles y lunas, andaba sintiéndose sólo y muy descolocado en el nuevo mundo…

Uno de esos días, de mayor angustia, un perro le seguía…

Se escondió detrás de un árbol, pues no podía creer que el animal pudiese verlo…

…pero sí, efectivamente, el animalito podía mirar más allá de los animales comunes…

Intentó la prueba, una y otra vez, y el resultado era idéntico; el cachorro intuía y descubría el lugar donde Jabamiah se escondía…

Desde ese instante, ya la vida no era tan solitaria para Jabamiah…

El extraía de entre las plumas de sus alas el pincel, esbozaba ricas comidas para su perro, y este las devoraba con alegría, mientras lo seguía por los polvorientos caminos del mundo… sencillamente, despreocupado…

Así sucedía en cada rincón del planeta tierra… ambos, perro y Ángel, visitaban los lugares, lejanos uno de otros…

Jabamiah entraba en cada hogar sin ser visto y a cada integrante, le confería un don, para ser más feliz en su estadía por estos lares… acorde a lo que intuía, era el pedido interior, partido desde el corazón mismo de cada cual…

El tema era, que el Ángel debía pensar e intuir, acorde a las características personales de cada ser humano, qué cosa, o energía anímica necesitaba para ser feliz…

Desde allí, producía el brillo o pintaba la capacidad, que diese o pudiese producir los objetos o situaciones, que asegurarán momentos felices para ellos; esbozando con su paleta, en el aire, y desde ese estado sutil, otorgando el don a cada cual… y así…

 

Y fue que se pasó en el tiempo espacio, casi  un día galáctico y Jabamiah ya estaba visiblemente cansado… deseaba retornar…

Quedándole ya muy poca pintura cósmica, por el propio desánimo, puesto que a merced de escasa voluntad, el material se iba extinguiendo inexorablemente, siempre acompañado del fiel perro, pensaba que ya había terminado… su labor estaba cumplida…

Con ese estado sentimiento, sólo pensaba en qué momento, aparecería nuevamente el arco iris que lo llevara de retorno al cielo…

Por motivo de esa inquietud, no vio a un anciano, sentado a la vera de un camino lejano y cualquiera de la tierra… el último habitante, que recién veía…

El anciano lo miró, y admiró sus bellas e interminables alas…

Jabamiah, volvió a pensar que era imposible que el anciano lo viese, así es que pasó a formular la misma prueba que realizara con el can… una y otra vez…

¡¡¡Ya no podía darle nada!!! Y se decepcionó de sí mismo y el cumplimiento de su labor…

¡¡¡Era mejor esconderse!!! Hasta que el arco iris apareciera…

¿Qué le diría al Gran Dios? ¡Su tarea había sido incompleta!

Por más que se escondía, el anciano, lo miraba esconderse, sonriendo, y volvía una vez más, a invitarlo con un gesto amable, a que se sentara a la vera del camino, junto a él, simplemente a contemplar el paso de la vida…

Fue cuando Jabamiah, cayó en cuenta que había terminado con su misión y podía volver a su lugar de origen… este ser humano, parecía no necesitar nada…

El arco iris apareció a lo lejos, pero no tan lejos, y observó con  sorpresa, que los escalones de subida, comenzaban a accionarse…

Nuevamente la gran máquina, lo invitaba al regreso… y sus alas resplandecieron…

En ese preciso minuto, tomaba aún, certera conciencia, que nada había otorgado al anciano para ser feliz y se sintió muy  pero mucho culpable…

_Qué necesitas para ser feliz?_ Preguntó el Ángel con un hilo de desesperanza en la voz…

-Nada, contestó el anciano, ya lo soy…

_Es una pena comentó el Ángel, he llegado tarde, sin dudas_ Comentó cabizbajo… pero en ese preciso lapso, se le ocurrió una brillante idea; así es que preguntó:

_Cómo es que llegaste hasta este camino, en que ya te sientes feliz?

 

El anciano contestó:

_Puesto quede todo lo que pedí a Dios, nada me dio ni concedió_

Y continuó diciendo…

_ Sólo me donó tres cosas: la vida, la esperanza y la fe en mí mismo_ Contestó el anciano…

_Qué cosas pediste en su momento para ayudarte a ser feliz?_ Preguntó el Ángel?

_Un amor terreno que me acompañase toda la vida_ Contestó el viejo…

_ Pero ya vez, es tarde, soy viejo, e igualmente me siento feliz…

_Cuando pedías lo que yo no alcancé a traerte, cómo te sentiste_  Preguntó el Ángel?

_A veces, muy decepcionado, pero nunca perdí la fe que ocurriría_ Afirmó el anciano…

_Sé que algún día lo tendré… y el sólo verte, me confirma la fe en esta espera; tú me lo certificas…

_El Ángel se rascó las alas, y obteniendo la paleta casi vacía y el equipo gastado de pinceles, los depositó en las manos del viejo…

_Qué puedo hacer con esto?_ Preguntó el anciano

El Ángel contestó:

_Lo que tu desees, pues te regalo lo que nadie pidió para ser feliz: Imaginación…

Ya casi, sobre el peldaño de la escalera, Jabamiah olvidaba al can, que lo miraba sorprendido, como si lo abandonase…

Prácticamente pisaba sobre el noveno escalón, en que iba presuroso saltando de a tres para llegar de prisa al cielo; fue cuando dijo casi gritando:

_Ah! Olvidaba, quédate con Fly… o mariposa, como quieras llamarlo… y así, desapareció, junto con el arco iris…

Desde ese día, el viejo viajaba por los caminos con la paleta y el juego de pinceles, y a cada salida el sol, pintaba un nuevo paisaje…

Luego se aseguraba de trazarle una puerta, y por allí, entraba, con diarios raptos de felicidad y alegría…

Fly lo seguía muy contento…

Cierto día, en uno de sus tantos cuadros, Fly se fue tras una compañera…

 

El anciano lo buscó y lo buscó, hasta que se hizo de noche… muy, pero muy tarde…

Había que retornar a la realidad, pues la hora del cuadro diario, se había cumplido… cada uno de ellos, tenía su propio vencimiento en horas… morían al ponerse el sol…

La luz solar, eran toda su vigencia…

Sin luz, los colores se desvanecían y procedía la realidad de su vida… monótona… sombría y solitaria…

El cuadro sólo permanecía “en actividad” algunas horas… y en la oscuridad de la noche, debía sostenerse con su fe, esperanza y confianza en sí mismo…

Parecía ser lo que sucedía, pero Jabamiah no se lo había avisado… tal vez, porque no lo sabría…

Uno nunca sabe cómo funcionan las tareas angélicas!

La noche había avanzado hasta la densa oscuridad, el paisaje trazado se había despintado, y hacía mucho frío… casi era insoportable…

La helada consumía sus huesos…

Fuera de su hogar, en la oscuridad y con su poca visión, el anciano se sentó a la vera del camino nuevamente, y en la oscuridad, hasta que su compañero de cuatro patas, retornara; casi perdiendo la esperanza, puesto que la angustia con sus ropajes oscuros, se había sentado en su corazón, adueñándose de su fe y confianza en sí mismo…

Era difícil para el al anciano, poder ver en altas horas de la noche, deambulando y trastabillando por las calles, buscando a su compañero… más su corta visión, nacía o se acentuaba, junto con el desdibujarse de los cuadros…

Al cabo de un tiempo, que había parecido una eternidad, helado y desencajado en su ánimo, lo vio, arañando las puertas de una morada desconocida, tras su sueño de compañía y par terreno…

Sentado, en el medio de la noche, con frío, y ya su angustia calmada, el viejo esperó que su enamorado perro terminara de comprobar que no era aceptado en el hogar de su enamorada…

Tomándolo bajo del brazo, mientras en perro gruñía como para desquitarse con él, regresó a su hogar, y a partir del siguiente cuadro, pintó una compañera en todos los portales de los días sucesivos…

 Jabamiah sonreía desde el cielo, al lado del mismo Dios… puesto que recién comprendía la sonrisa ladina del Gran Hacedor de los Mundos…

Un anciano hombre, enseñaría a los demás seres humanos, cómo ser feliz con sólo tres cosas: la vida, la esperanza y la fe en mí mismo…

Vitelmina Ahuir


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