OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Renacimiento (19)





Renacimiento…

(Cuento)

El día de navidad se acercaba…

Se olía en el entorno el aire enrarecido de felicidad… y alegría suprema…

El espíritu navideño, con su deslumbrante presencia, se paseaba orgulloso de su propia visión…

Era la imagen misma de la placidez inefable…

Le acompañaban setenta dos Ángeles, que como niños hurgaban rodando por las calles de las ciudades, colgando estrellas en cuanto lugar encontraban digno de su fervoroso diseño…

Gorjeaban, discutían, se prodigaban destellos de energía cual serpentinas luminosas… daban brincos y volteretas en el aire…

No cesaban de su retozo despreocupado y cantarino…

El espíritu navideño, sólo se encargaba de irradiar su luz, y a medida que las personas sentían la alegría en sus corazones, la luz del espíritu se hacía cada vez más amplia, llegando a todos los confines de la misma tierra… junto con su nobleza y brillo… era la tierra feliz… y sus destellos iluminaban como un sol en su tercer andarivel…

 Rehahel el Ángel miraba e iba sobre ellos, sosteniendo las cosas que tal vez pudieran caérseles en tanta vorágine y corridas…

Batía sus sutiles alas, con delicia inefable…

¡Navidad! ¡Navidad!_ Todos entonaban la canción, y el espíritu crecía desmesuradamente…

Renacimiento… los seres renacerían en un amanecer brillante y prístino… la hora indicada… se acercaba…

Los niños pasaban felices con esperanza y fe del armado del árbol, de escribir sus pedidos, y las sonrisas pintadas en sus rostros y ojos… lucían deslumbrantes… los ancianos ceñían semblantes de paz y concordia…

La gente iba y venía agitadamente buscando su árbol navideño, los detalles, los regalos, las minucias que a todos hacen felices y alegres, aunque sea por un día… y así la alegría aprendería a quedarse por los siglos de los siglos…

Rehahel también quería participar de tanta felicidad… pero de repente vio un niño sentado en la vereda…

 

Tenía la mirada extraviada, y la incredulidad se reflejaba en los ojos…

No creía en la navidad ni en ningún regalo extra que no pudiese conseguir con su propio esfuerzo…

Levantaba su mano temblorosa, mientras un pote vacío abollado y sucio, estaba a la espera como su mano, de una dádiva…

Por un momento Rehahel se sintió triste…

Bailoteó alrededor, mandó sutiles rayos sobre su sien… pero el niño no pudo percibirlo…

Hizo remolinos de aire, levantó turba caliente de papeles desparramados frente a él, pero el niño permanecía imperturbable…

Creó un charco de agua, para que al paso de los automóviles fuese mojado… pero no hubo caso…

Cortó flores de los árboles y las dejó caer sobre su mano y cabeza, pero no conseguía ningún efecto…

Nada daba resultado… y Rehahel se sentía inútil…

El Ángel visitó el árbol de la vida, y leyó el nombre del niño…

Corrió presuroso a l trono del altísimo y solicitó mayor poder…

Dios en su infinita bondad, asintió a su pedido… tomar forma…

Es poder de los Ángeles es hacerse visibles y tomar la forma que les plazca, cuando se les es concedido, por Dios y así, tomó la humana forma, y se sentó junto a él…

Es navidad Faruk_ dijo Ángel… debes correr a tu casa, le sugirió, allí tienes tus regalos…

El triste niño respondió… sin mirarlo…

_No hay regalos allí, nada tengo…

Es navidad, todos tienen regalos, tú también porque te amo_ Dijo el Ángel, tocando su frente, justo en la visión eterna, para que pudiese ver la verdad…

Faruk miró la verdad con sus ojos desmesurados… sorprendidos de su belleza…

Su corazón por un instante rebozó de dicha y su rostro resplandeció de luz…

Pero la negación ejercida en todos sus años por la pobreza, volvió a cubrirlo con su manto oscuro… y así, siguió tendiendo la mano…

Rehahel subió a la diestra del Padre a llorar eternamente, su ineptitud…

 

Vitelmina Ahuir


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