OSIRION PRINCIPADO DEL KA

El Alegría (15)



Alegría…

(Cuento)

Y salieron del puerto aquel día… con un sol dorado, bruñido y resplandeciente…

Su nave era tan blanca, así mismo idéntico al blanco de las osadas gaviotas que alrededor emitían los graznidos alborotados de la vida… acompañando el nuevo rumbo…

Tanto y nívea como los sueños mismos… y en el corazón de ambos, henchida la alegría, cargada  de anhelos, como bautizaron a su barco…

Ashar traía su insignia de capitán recién lustrada… como queriendo que todas y cada una de las cosas, fuesen de esa manera… totalmente relucientes…

Amjun vestía solamente la alegría de la partida… nada era importante si él estaba comandando el barco que los llevaría al puerto de la Felicidad…

Como si fuese una revoltosa pequeña, iba yendo y viniendo, desde estribor a babor, observando a cada estibador, que alineados, uno a uno, subían por la pasarela, para ir descargando sacos…provisiones, enceres y todo lo que se necesitaba para la larga travesía…

Hasta un bello piano de cola, fue cargado para la satisfacción de Amjun…

Ashar  sabía que Amjun sacaría cuanto concierto se le ocurriera, copiando el murmullo de las olas, imitando el sonido de las gaviotas, el sonido del aire, y repetiría los colores de cada amanecer…

Sí, el piano era importante había pensado… para la felicidad de Amjun… nada debía faltarle…

Amjun sólo miraba el mar y la distancia… medía el recorrido al puerto de la Felicidad…

Y el Alegría zarpó… Ashar iba seguro de sus fines y de su ruta…

Seguro de su recorrido y las distancias…

Ella sólo miraba el continente que quedaba atrás, y la estela revuelta de marea, que lentamente se disipaba formando un magnético oleaje… así como un designio oscuro de arreboles insidiosos…

Tal como si aquella estela profunda que quedaba atrás, no quisiera abandonarlos en el cauce hacia el nuevo destino…

Amjun ya era feliz… y no importaba cual fuese el puerto… sólo era feliz, si Ashar estaba a su lado… confiaba en sus maneras, en sus tiempos, en su sabiduría…

Apoyada en la balaustrada de cedro de aquel augusto bote, observaba en el reflejo de su brillo, el movimiento de las nubes…

 

Qué otra cosa podría haber de mayor valor para ella? Si lo tenía todo…

El timón de madera, tenía en su corazón,  la brújula con la rosa de los vientos… indicando todos los espacios, todos los horarios… y el rumbo aplicado en su diagrama…

Amjun, como las mariposas, se sentó frente a él, enredando sus piernas en la cintura de Ashar, pues no era importante la travesía, sólo estar, allí juntos y mirándose, sin palabras, adorando a Ashar, su sonrisa y su estampa…

Lo acariciaba con la mirada, con las manos, y hasta su largo pelo se enredaba en Ashar con una pertenencia casi desconocida…

Ashar también sonreía, porque igualmente era feliz…

Del bolsillo de su camisa, sacó un anillo y lo puso en el dedo de Amjun… como un pacto hacia el buen destino…

Ella sabía que no lo necesitaba, su amor ya lo había entregado mucho antes de la partida y para siempre…

Y la vieja estela, evaporando sus turbias aguas, formó una gran tormenta que cubrió el cielo…

Los nubarrones grises, se unieron crueles y destemplados… y el mar, poco a poco se fue encrespando…

Ashar aferrado al timón, con la seguridad de haber aprendido sobre todos los vientos, sabía que llevaría el barco a buen puerto… pero uno de los mástiles del bote, se rasgó con el vendaval, y sin poder verlo, no pudo percibir que daría sobre su espalda…

Amjun de un salto, tomo el trozo de mástil, desviándolo de su recorrido, pero en el embate, este la arrastró al mar… al centro mismo, del despiadado y turbio oleaje…

El mar sediento y embravecido, envolvió su cuerpo, su mirada y su alegría llevándola hasta los confines mismos de las profundidades…

En un principio se sintió morir, pero en un tiempo, los delfines le enseñaron a respirar distinto… a tomar el aire del agua… ella debía sobrevivir…

Debía resistir por el sueño de Alegría, por el puerto a Felicidad… debía permanecer por Ashar y así lo intentó… una y mil veces, hasta que pudo respirar el agua profunda del océano…

Los delfines la educaron a inspirar bajo el agua…

Las medusas la instruyeron sobre las corriente marítimas… y los pulpos a alimentarse de las verdes algas de aquel mar desconocido…

 

La vida debía continuar… ella llegaría al puerto de la Felicidad, sabía llegaría de alguna manera… y volvería a encontrarlo…

Sólo debía comprender donde estaba el peligro de los sargazos... y sus desechos enredados… allí donde moran los escualos y depredadores…

Sobrevivir era un pacto…

Y fue que aprendió a vivir en el mar… dentro de su inmensidad, en su profundidad y sus costumbres…

No sabía que habría pasado con Ashar pero confiaba en su destino, en su ruta, en su brújula… sin duda, habría sobrevivido como ella… él era valiente, lo sentía en cada gota de su sangre…

Lo percibía en su corazón… allí mismo, donde mora la verdad de la vida y de todas las cosas…

Miraba aquel anillo y veía la sonrisa de Ashar dibujada, aún bajo las olas…

Sabía que Ashar la amaba, y ella lo amaba más que al mar, al cielo y su destino… nada podía ser diferente a ese sentimiento…

Y fue que un día, el mar se revolvió de olas confusas en sus sargazos…

Sí, era la presencia de un barco… y el sonido de aquella vieja sirena que lo distinguía…

El corazón de Amjun  latía como el viento en los anillos de mil caracolas obstinadas…

Era sin dudas el bote de la Alegría… volvía por ella… Ashar  debía pensar que aún estaba viva…

Los delfines saltaban a la orilla del barco, marcando una bienvenida… pero Amjun no podía llegar a él…

Se afanaba y las fuerzas no alcanzaban, ante la loca carrera de aquel bote…

Sintió por un momento, que Alegría se perdería para siempre de su vista…

Y fue que los delfines, piadosos reyes de las aguas, la empujaron con sus narices al centro mismo de su cubierta…

Sí, sí, era él… Ashar allí estaba…

Su pelo ahora era blanco y níveo como aquellos eternos sueños de Alegría… y sus manos curtidas y endurecidas por el timón…

Amjun quiso caminar hacia él pero no pudo… ahora lucía una larga cola de pez… se había convertido en una sirena…

 

Y fue que Ashar soltó el timón de Alegría, bajó el ancla… y al abrazar a Amjun, ambos supieron que debía volver a enseñarle, a ser como aquel día que dejaron atrás el continente… tenía que ayudarle nuevamente, y por una vez más, a ser una mujer…

Vitelmina Ahuir


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