OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Navidad (34)


Navidad

(Cuento)

La navidad tiene esas cosas…. Grandes o pequeñas, que son como evaluaciones en el tiempo, aunque siempre se hacen evaluaciones en la vida, a todo momento a cada paso… como una necesidad imperiosa de equilibrar lo bueno delo no tan bueno, las alegrías, las tristezas y todos los procesos internos…

Pero en navidad es diferente… el amor se respira en las calles, desde las vidrieras llenas de luces, desde la inmensidad de una pradera que sabe siempre volverá a florecer…

Será tal vez por ello que se llame navidad?

Es un deseo más que una necesidad de abrazar todos los confines del universo personal y decirles, aquí estoy, dando lo mejor que puedo y soy… pues es el fondo, es un anhelo de retribución, de sentir que también se nos ama… y en el fondo sabemos que es así…

Cada uno ama a su manera, a su forma, dando lo que tiene, lo que puede, siempre con la misma intención, pues sabemos que los demás, tienen esa necesidad igualmente…

Pero como en una casa, todo tiene su departamento o placar de guardado… lo imperioso, lo imprescindible, lo intransferible, lo suntuario y lo que no sabemos dónde poner… como prioridades…

Así fue, que llegada la nochebuena, pensó en ese deseo tan importante, salido desde las entrañas mismas de esa imperiosa necesidad…

Recordó tantos cuentos de navidad, del niño Dios, de Santa Claus o del espíritu mismo de la navidad… que surge de ese amor que se nutre desde la humanidad misma, y que atrae Ángeles de todos los estratos  dimensionales…

… en especial de la Luna que es quien otorga el rocío, la ternura y la ensoñación… así mismo del sol quien da la vida en forma permanente, y de la tierra, pues asiste en dar todo cuanto necesitamos en la vida…

Sabiendo que estaban todos allí, presentes  y a su vasta merced, agradeció a todos ellos la vida, la familia, los amigos, el trabajo, pero muy especialmente agradeció haber conocido el amor de un hombre…

Atando a una bengala, una pequeña esquela, que con todo su Ser había escrito, la lanzó a la inmensidad del Universo… y la vio partir lejos, casi perdiéndose en el vientre estrellado de la noche…

La noche o la luna sin dudas con sus Ángeles, verían la posibilidad de cumplir el tan sencillo deseo… pero tan importante en su sentir…

Y brindó, por ese hombre, que tan lejos como el sol de la luna, había conseguido despertar en ella a su corazón vacío y duro…

…había conseguido simple y sencillamente que volviera a latir…

Al amanecer, un Ángel leyó la simple esquela escrita por aquella mujer donde se leía:

 

“Queridos Ángeles, hagan llegar al corazón de quien amo, las siguientes reflexiones: Siempre te he amado, profundamente, nunca lo dudes…

… soy incapaz de otro sentimiento…

…sigo prefiriendo la soledad a llenar tu espacio único, con personas que no pueda llegar a sentir dentro de mi corazón… esté donde esté…

 

…nada me falta y espero que tampoco a ti, nada te falte… sólo es mi deseo en este día tan importante, abrazarte una vez más, para mirarte a los ojos y que leas este mensaje mismo, en la profundidad de los míos, aun sea, en los últimos instantes de nuestras vidas terrenas!

El Ángel se sintió conmovido…

Llegado al buen Dios, este le otorgó la virtud de aquel deseo…

El Ángel abrió la puerta del tiempo y del espacio y aquella noche, antes que las doce campanadas de alguna iglesia lejana, dejaran de sonar, ambos en sus vestiduras de seres únicos y resplandecientes como células de una misma compostura, tuvieron la oportunidad una vez más de expresarse su amor indeclinable y eterno…

Dios guardaría el deseo, y arbitraría según su designio… de tiempo y espacio...

Vitelmina Ahuir

 


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