OSIRION PRINCIPADO DEL KA

El Ángel de la Nostalgia (29)


El Ángel de la Nostalgia…

Cuento triste

Existen esos lugares lejanos, donde el tiempo parece detenido, sin certezas de coordenadas, ni siquiera el tracto sensible de la costumbre…

Donde la arena del desierto no se entiende si fue un océano que abandonó sus costas, o la preparación sabática de un dios incognoscible, que prepara el manto amarillo y particular en la espera de algún prometido dosel de agua, que suspendido desde la bruma, entre el cielo y la tierra, caerá lento y pausado, hasta envolver hasta la última partícula de sílice brillante, amarillento, sin sostén y embaucadoramente hollado por las figuras sin formas; huellas en cadencias ajustadas, marcadas por las sandalias de las interminables caravanas del desierto…

La errante tribu, descansa de la larga travesía, entre los pueblos mediterráneos…

Rostros curtidos por el sol implacable y ardiente, lo que hacía presumir que sin dudas, algún día llovería, ocupando el agua, la vasija propia abandonada, o la fortaleza instituida, instalada en la espera de ese dosel, cuyas gotas serían el resultado de diarias y constantes oraciones, elevadas por la gente de las tribus, acostumbradas a la austeridad de la tierra magra, donde, entre  duna y duna, el viento silba de manera misteriosa e interminable…

Así creció Benazir, aquella que nunca fue vista, ni tampoco recordada,  abandonada a sus delirios, sin más pertenencias  de valor, que una pulsera danzarina y elocuente, tintineando en uno de sus tobillos…

Sus pasos tenían el sonido armonioso de las huellas sobre la arena, multiplicado por las campanillas de su tobillo y el crepitar de la arenisca, sin antojo de vida o espesura…

En cierto crepúsculo, un Ángel comenzó a hacerle compañía, susurrándole al oído…

 Era ese susurro imperceptible, como mezcla de arena, y  viento… viento cálido, entre las dunas brillantes del mediodía…

_Algún día, verás, que este largo manto de arena, se convertirá en el gran océano, de cuya lluvia evaporada, un vergel interminable de rosas, serán todas para ti… Benazir, Benazir, Benazir, la que nunca fue vista, y estarás a la vista de Dios…

El Ángel, tocada su frente y la hacía mirar el largo y anchuroso mar, con ríos interminables, surcando mansos hacia la confluencia, en la vastedad de la bahía y el golfo de mansas olas, que cabalgando sobre la playa, entregaban dadivosamente, caracolas diversas…

_Pero debes trabajar por ese vergel Benazir… aquella que nunca fuiste vista…

_ Trabajarás en contra de las guerras de las tribus, entonando con tu canto sonoro y de alegría, a medida que te afanas…

 

Benazir, aquella que nunca fue vista, creció con la imagen que el dulce Ángel pintaba en su frente, todos y cada uno de los días… cantando por los días de gloria y paz… más por amor entre su gente…

Un atardecer, en el undécimo día del tiempo de Adar, el Ángel susurró con mayores fuerzas en sus palabras…

_Debes prepararte para la larga travesía que te espera, Benazir, la que nunca fue vista…

_ Llegado el kislev, debes hacer un atado para tu camello…

_Atarás los palos, esos que encontrarás al amanecer, cercano al oasis de tu tienda…

_ Las reconocerás, pues en ellas, están grabados los sonidos ancestrales del amor y la alegría que profesas en tus tareas…

_Estarán hechos de doce codos de largo y tres palmos menores  transversales de ancho… no puedes equivocarte…

_Las llevarás por el desierto, siguiendo la ruta transversal que une el horizonte por el desierto, tras el nacimiento de Alnasira al atardecer… en línea recta…

_Al pasar el tiempo exacto de un día de reposo, verás la cima del monte  Nebo, lugar donde tus  sueños, se harán realidad… por tu tesón, voluntad y trabajo… más tu alegría por entregarte a la labor…

_ Al llegar al monte, encontrarás una roca sólida, exactamente cuando el sol caiga sobre el poniente y el viento cante con un rumbo distinto…

_ Con tus manos y agua de la vertiente, al pié del monte, que descubrirás entre las zarzas ardientes, resquebrajadas y rojizas, marcarás el punto medio de tal angular piedra…

_He allí, que te será provisto un cincel sobre la roca…

_Esculpe un codo y palmo mayor, para cada una de las maderas… y tres codos y un palmo largo, para una principal…

_Benazir, aquella que nunca fue vista…  es mi promesa, que la tierra se honrará con tu simiente, pues el Nebo te dará un par, que venido desde la bruma inmortal del Abarim, te acompañará y ya nunca estarás sola, y tu nombre, será escrito en las puertas del secreto inmortal por siempre… en la totalidad de pertenencia a ese ser…

Y al vigésimo segundo  día del kislev, comenzó su travesía Benazir, aquella que nunca fue vista…

 

El tintineo de la esclava en su pié izquierdo, revoloteaba como una pequeña águila sobre su nido, cantando en su tobillo, a la vez que cantaba como los sueños de las aves del mar, pintados por el Ángel… en su constante ir y venir… idéntico al devenir del desierto y la arena…

Tal la indicación del Ángel, Benazir, la que nunca fue vista, horadó la piedra con sus sangrantes manos, y calzó uno a uno los palos… en su totalidad…

El sol se ponía en el ocaso de la tarde… y la sombra de los maderos, dibujaron una celestial puerta hacia la nada…

La bruma de Abarim se levantó en urgencia hacia el este de la figura…

Un pastor errante, miraba la figura portal en la interminable sombra del Nebo… y a Benazir, la que nunca fue vista… por primera vez…

Las campanas de la esclava, detuvieron su canto… ahogadas por la insensible y negra figura de nahas… enroscada en el tobillo de Benazir, la que ya era vista…

Y fue la última visión de Benazir, la que ahora era vista…

La bruma se llenó de una nostalgia densa, con las ilusiones desfiguradas en la niebla; cubriendo de opacidad la mirada de Benazir…

Y fue que el Ángel, recogió la bruma de la nostalgia, pero esta era tan pesada, que perdió una a una sus delicadas plumas, abrigando para siempre el cuerpo indefenso de Benazir, más sus vagas ilusiones, sobre las dunas del desierto…más también perdió sus sandalias en las movedizas arenas del desierto… y con ellas, su camino de regreso al cielo…

Cuenta la leyenda, que un Ángel sin luz, vaga errante  y descalzo por las arenas del desierto… pues nunca encontró la manera de elevar a los pies del Altísimo, los doce codos de largo, por tres palmos transversales de ancho, que mide la nostalgia de Benazir, la que ya fue vista…

Pero también cuenta la leyenda, que cuando el mar retorne a elevarse sobre las arenas del desierto, el Ángel de la nostalgia, encontrara el Talento inmaculado, que  ayude a la bruma áurea, tras el día del último reposo,  en que podrá elevarse,  llevándose tal nostalgia, al cielo donde radiante, brilla Alnasira, a la diestra del Señor…

 Vitelmina Ahuir
 


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