El canto de la noche (44)
El canto de la noche
Gime en poseso cansancio el astro de la tarde
el himno cadencioso de las sombras de la noche
torna en trova de grillos, libídine en sus artes
en plegarias, para vespertinas estrellas en derroche…
Suspendida el alma, exenta de aleluyas, invencible arde
recreando partes entre el sigilo de la mental lumbre,
no descifrándose en pleno llano, tampoco haciendo alarde
del atisbo absoluto de su meta, a horcajadas de su cumbre…
El aire se mece entre glifos históricos sin rastros o pronombres
las flores van cerrando sus corolas, mientras los soles abren
inmensa es la profundidad, brillante altura del trazo que resurge
disminuida estampa del humano, zurce, desarma y de nuevo, rehace…
¡Estampa febril de lucero lejano, tea causal, te expresas inalcanzable!
Más tomas la nobleza lozana, pincel antorcha tensando lienzo y obra…
Ostentas febriles distancias, soslayando pertrechos de zozobra,
redimiendo al reloj con las horas; tras la mañana, a la tarde, con la noche…
Vitelmina Ahuir