OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Nostalgias (25)

Nostalgias…

 

Cae la tarde ancestral de mis raíces… y el horizonte mortecino de sangre peregrina, me envuelve, cobijándome en el  polvaderal inútil e intangible…

 

Como inútil es el viento cuando grita entre los pinos dormidos, detrás del silencio aquel, en una formación lineal entre los pliegues coloridos de mis recuerdos provincianos…

 

Y mi piel se viste hoy de nostalgia…

 

Pues se desarma en tramos y se desvanece, tan lentamente que de a poco aprecia la pérdida de límite… y es cuando me duele el campo y su fatiga… y la línea cansada de su suerte…

 

Cuando me cercena el arado sobre el surco promedio de un jornal desdeñado…

 

Son esos filamentos estremecidos de añoranza que se alargan palpando el vacío insondable, desde mi  niñez adormecida…

 

Cuna útero de cobijo inexistente, que vuelve, vuelve, vuelve… para abrazarme, desde una canción muy suave, como el arrullo de palomas mensajeras… diciendo. –Tú nos perteneces!

 

Y por mis plantas sube una extraña forma, que se parecen a raíces viejas, eternas y maleables… que me sumergen a lo más profundo de la tierra… buscando  a mi Ser infinito…

 

Mis brazos se hacen ramas y mis cabellos, se tornan verdes como las hojas… queriendo desprenderse, para volar,  a vaya saber qué destino desconocido… con una necesidad muy profunda de abrazar la tierra toda, y que ella me abrace… una vez más… una vez más…

 

Se cubren mis ramas de luciérnagas brillantes, y grillos de estridente melancolía sutil que hieren como el silicio mismo de las estrellas, con sus destellos en cada uno de mis folios…

 

Y no reconozco mi voz… es ahora ese sibilante susurro de la brisa entre el follaje… pero sin embargo, puedo ver la desnudez de la semilla… desprovista de carne, adormecida en la cuna negra y oscura que es mi tierra… rompiendo su piel rugosa y húmeda…

 

Pero mañana será, que los trinos insuperables de una bandada azul de golondrinas, sin hacer nido, visitarán el corazón frondoso y bondadoso de mi copa… donde sólo anida mi alma solitaria…

 

Y mil mariposas, batirán sus sutiles alas entre mi tupida sombra…

 

Será momento en que florecerán mis ramas, sintiendo como las abejas liban el caudal de mi savia… que tiene el sabor mismo de la madre tierra…

 

Sentiré la lluvia correr por mi cuerpo, áspero y fuerte…

 

Entonces será, que no me dolerá el campo silencioso, ni su cosecha escasa… pues el trigal maduro, podré desde esa altura, ver  extenderse hasta el final de la pradera interminable…

 

Y sentiré como se mece, flexible en su amorosa dádiva…

 

Veré al agricultor, servido por mi sombra y mis renuevos… cautivando su lejana mirada impenetrable… y feliz seré de sentir su alegría…

 

Y es posible que este árbol vuelva a ser tierra…

 

Pero aun siendo tierra, añorará su retorno a la vida… una vez más…

 

Vitelmina del Valle Ahuir


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