OSIRION PRINCIPADO DEL KA

El pájaro gris (16)

 



El pájaro gris…

(Cuento)

 

Érase una vez, un pájaro gris que cayó de su nido…

Nunca entendió si lo había mal sostenido o mal construido sobre el hereditario árbol…

El punto fue, que ambos, pájaro y nido un día se estrellaron contra el suelo…

Las tenues y sutiles plumas, que salidos de su propio pecho, y con los que formara el hogar, se vieron desperdigados por el viento…

Salida de la conmoción, el ave miró la eternidad del cielo, la horqueta del árbol donde estuvo su alcoba, y a la distancia, todo vehìase inconmensurablemente lejano…

Ni bien el nido estuvo en el piso, los pequeños párvulos de sus crías, habiendo acrisolado las enseñanzas del pájaro gris, remontaron vuelo  a las inmensidades… y él quedo allí… con sus alas rotas… y la visión del perdido cobijo…

El pájaro gris, sintiéndose desvalido, totalmente herido, se sintió morir…

Entre la hojarasca del otoño, se albergó en un agujero de las raíces del mismo árbol… aquel que entre sus ramas había servido de sostén para su vida…

A esta altura, se veìa enorme…

El agujero era oscuro, y ofrecía muy poco asilo, no como el que  acostumbraba  a sentir, cercano a las nubes… pero por lo menos cubría las inclemencias del tiempo…

Sibilante una serpiente fría y cruel, se acercó a la indefensa ave, abriendo sus siniestras fauces… y fue cuando un lobo, con un solo manotazo dio muerte al sibilante hilo mortuorio, comiéndoselo y dejando como mudo testigo, tan sólo su cabeza…

El pájaro gris, sin voluntad o posibilidad de buscar alimento, se sorprendió del lobo que tal vez también podría hacer presa de lo que quedaba de él…

Este se había mostrado diestro en la caza, y él se sentía sin fuerzas para remontar hacia el cielo azul…

Fue así que temblando de miedo, profiriendo graznidos y trinos de pavor, se parapetó en el fondo del mismo agujero, pero el lobo lo había olfateado…

Sabía donde estaba… la serpiente había indicado el lugar…

 

Cuando el lobo lo vio, en un primer momento sintió deseos de hacer presa de la pequeña ave, pero sus trinos doloridos, hicieron surgir de él, un instante de piedad y estima… que nunca sabría por qué…

Tal vez sus trinos desconocidos, o su mirada penetrada por la nostalgia y la tristeza… o simplemente, no era digno rival si estaba tan herido…

No era algo que se pudiese cazar, tal vez ayudar a restablecer sus alas rotas… luego decidiría…

Fue así, que con sus uñas, removió la tierra frente al agujero, dejando a la luz, las pequeñas semillas que estaban cubiertas de hojas secas y tierra…

Se alejó un poco, y esperó que la necesidad del pájaro gris, hiciera lo suyo…

Pasaron los días, y el trino angustiado del pájaro gris, se sucedía con mayor tristeza a medida que pasaba el tiempo… era un canto a la muerte…

El lobo pensó, tal vez sería un ave que habría olvidado sus gorjeos de alegría para siempre… debía cejar en su empeño de ayuda, y que la naturaleza siguiera su curso…

Si quería morir, de igual modo no era posible de “caza” en esas condiciones… pero algo en su fe de cánido, olfateo en el aire y lo hizo insistir…

Volvió a rasguñar la tierra con sus garras…

El pájaro gris, seguía aterido por las múltiples heridas, el hambre, el desamparo y la tristeza…

Pero la necesidad de alimentarse fue mayor, y así salió de su agujero…

Era morir o morir… debía tomar una elección…

Ante la vista sorprendida del lobo, el pájaro gris, despacio y sin perderlo de vista, salió de su agujero y picoteó  algunas semillas, volviendo rápidamente al cobijo ocasional…

Habìa tanta profundidad en su mirada triste, que sorprendìan al lobo, pero con el correr de los días, los trinos de Gris, se hicieron más alegres… y satisfecho ante la transformación, el lobo volvía a rasguñar la tierra, cada vez, un poco más lejano a la puerta del agujero… para que el ave, sintiera la vida y el aire…

Siempre con la misma temática, el pájaro gris sin dejar de sospechar del lobo y sus intenciones, pero sin perderlo de vista, fue día a día, poco a poco curando sus alas rotas…

A esta altura, para el lobo, era una distracción importante… como si gris, fuese fruto de su propia visión…

Era una simbiosis de alegría y vida…

 

El pájaro gris, salía, se alimentaba y en cada transcurso del tiempo, emitía sonidos más alegres… tan sólo para el lobo, pues sentía que le debía la vida… y lentamente con sus trinos, le otorgó su corazón…

Los pájaros nunca olvidan una ruta, una vez que lo aprendieron…

Y fue que un día, pudo remontar el cielo, y mirar millones de horquetas de árboles donde construir su nuevo nido…

Y fue que lo erigió con nuevos bríos, y muy, muy  cercano a las estrellas… donde las serpientes jamás podrían llegar… bajando sòlo para contemplar a su amigo el lobo…

El tiempo pasó, el otoño fue seguido del invierno y todo se cubrió de la más inerte y fría nieve…

Gris, viò a  lobo apartado de la manada, aullando mirando al cielo, a la noche y a la luna llena en medio de la más intensa friolera y sin amparo de procurar ninguna presa…

Y fue que el pájaro gris, que no era nada más ni nada menos que un águila, mirando la desprotección del lobo y su preocupación, sintió que era hora de asistirlo en identidad había hecho el tan noble cánido…

Con su vista penetrante, atisbó los lugares ignorados de las serpientes, y al ver una, se lanzó en picada tras ella…

Con sus hábiles garras tomó la presa, desgarró su cabeza, pero no pensó jamás en su necesidad de sobrevivir… sòlo pensaba en su amigo…

Con un vuelo rasante, dejó la serpiente retorciéndose sobre su cola,  a pocos metros del lobo… y así se posó en un árbol… volviendo a entonar sus dulces trinos…

El can miró la serpiente, luego al ave, y así permaneció con su mirada perdida en algo dentro de su memoria y que le recordó a su pájaro gris… con sus trinos…

Ambos habían sobrevivido a la transformación… y al sadismo de las serpientes…

Volvía a resurgir la esperanza y la fe dentro de sus corazones…

Desde aquel día, tanto el pájaro gris como el lobo, supieron que más allá de sus diferencias, había algo que los ligaba eternamente para siempre… nada más y nada menos, que la sobrevivencia en un mundo donde la cruel naturaleza depreda al menos valiente, al más inepto, con menos garras y por sobre todas las cosas, en imposibilidad de mirar al cielo…

Vitelmina Ahuir

 

 

 


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