OSIRION PRINCIPADO DEL KA

El muñeco de nieve (36)


El muñeco de nieve...

 

La nieve caía lentamente… nívea, blanda, formando copos pegajosos que cargaban las ramas secas de los árboles, con el peso y la carga de la tristeza…

Las estrellas titilaban en el escarcha do cielo profundo...

El caminante había andado tantos caminos, pero no encontraba en ningún rincón, la potestad de su pertenencia…

Alma andariega, búsqueda infinita, sediento destierro comiendo sus entrañas…

Atrás habían quedado cientos de poblados, ciudades… calles y senderos… algunos polvorientos, estrechos, otros, que junto con sus huellas, hubieron marcado el cansancio en su faz y despoblado corazón…

Como único valor, portaba en su bolsillo una gargantilla de diamantes, que concluía en un pendiente en forma corazón de oro, que perteneció a su amada…

Relicario antiguo, que al abrirse, mostraba un papel amarillento, en el que, con letras bien dibujadas, pero gastadas por el tiempo, se leía entre la multiplicidad de arrugas, un “te amaré eternamente”…

Ella ya no estaba… se enfermó un día, y una nube recogió su alma, tan pura y nívea como la misma nieve…

De tanto en tanto, metía la mano al bolsillo y para darse aliento… y seguir buscando… ¿Qué? No sabía…. Como tampoco sabía, que lo impulsaba incansablemente a lugares extraños, recorriendo partes de un mundo, donde la jerga de la multitud, cual fantasmagóricas marionetas, mostraban máscaras ridículas, desencajadas, sombrías y payasescas…

Alegoría infame de una vida sin futuro, en que los días transcurren uno igual a otro, y otro, sin rumbo fijo…

Caía la noche, el invierno arreciaba con el viento…

Cansado, se dejó caer pesadamente sobre el mármol gris de un portal desconocido…y así se preparó para dormir…

Cerca de allí, un muñeco de nieve, estática figura, contemplaba la imagen del viajero…

Abandonado juguete de ternura de niños y alegría consumida…

Borla sobre borla de congelada estirpe… ojos de nueces, orejas de guijarros y nariz de nabo… ridículo montículo de pequeños copos sobre copos, aglutinación helada,  que al viajero, se le antojaron sin vida…

Pero ambos se miraron y encontró el caminante en la mirada profunda del muñeco, un hálito de vida…

No sabía si era ensueño o fiebre… si el desvarío de la soledad y le eterna tristeza, lo hacían ver visiones… lo cierto es, que el muñeco se fue acercando despacio para no asustarlo…

Bondadosamente, le ofreció una caricia, tierna y gélida, pero tan cálida en el sentimiento, que hubo anidado en el corazón de aquel extraño sujeto, forjando en su mirada, la visión del rostro aquel, que anhelaba volver a contemplar…

Le ofreció su regazo para dormirse y lo cubrió con un abrazo interminable mostrándole el camino de la nada…

Cuando se hubo dormido, del centro mismo de los copos, un Querubín se sacudió el exceso de fragmentos de nieve, de sus tiernas y sutiles alas…

Con una sonrisa de paz y amor interminable, recogió el corazón de oro y el del extraño sujeto, quien con una sonrisa de paz, descansaba por fin de los interminables caminos…

Al llegar frente al Altísimo, el pequeño Querubín con una reverencia, se inclinó frente al trono mostrando sus tesoros…

Así fue, como el Sempiterno Padre, le regaló la mejor distinción para un Ángel... el don de ir a cualquiera de los mundos, por haber encontrado en la tierra, el amor eterno, puro y sin fin de un hombre….

Vitelmina Ahuir


Osirión Principado del Ka

Crea tu insignia
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis