OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Post Grado (52)





 Post grado…

Cuento

 

La clase estaba por demás entretenida… pocos habían asistido ese día, y los pasillos universitarios se observaban prácticamente vacíos…

El maestro, había discurrido sobre cientos de diferentes temas… pues se trataba de la finalización del curso anual de filosofía aplicada…

Las vacaciones se aproximaban, y aquel post grado, base experiencial, desde donde cada uno de los concurrentes, después,  partiría con la simiente propia, como caudal de lo que hubiese aquilatado durante tantos años, ofrecía un repaso; revisión que se instalaba en observación, ante diferentes espacios de aprendizaje ya vividos, no sólo del año, sino de la totalidad del esquema de la carrera…

Entre medio de chanzas y sonrisas, el maestro se preparó para hacer un último requerimiento del alumnado…

Al hacerlo sin ningún resquemor, su rostro se veía claro, y hasta sin expresiones de ningún tipo de emoción; ni tristeza… tampoco de alegría…

De a poco, los alumnos fueron callando; las risas y algarabías, cesaron despacio, primero unas, y luego otras, retumbando por algunos instantes en el gran salón de clases…

Listos para recibir el cuestionamiento, ya que por la serenidad del profesor, intuyeron que el interrogante, sería por demás, serio e importante…

…y así se expresó el maestro:

_Deseo y voy a inquirir, sobre una cuestión que bien podría analizarse en tres términos  diferentes…

_Pero vamos por el principio…

_Basándome en un imaginativo supuesto, o paradigma de idealización, que bien podríamos organizar como arquetipo, de un parámetro que puede ser considerado como fenoménico o absurdo; contéstenme:

_ ¿Si en este momento, bajase un Ángel del cielo, y les ofreciera llevarlos aquí, ahora, en este instante, fuera de esta dimensión, hacia una, que pudiese ser, sencillamente diferente, qué contestarían?

_Lo que motiva a una segunda pregunta:

_ ¿Cuáles son las cosas que consideran adeudadas o sin plenitud de haber recorrido, por lo que querrían quedarse en la presente?

_Y por último: ¿Por qué?

Cavilaron todos un buen rato, entre risas y chacoteo…

De a poco se fueron expresando, hablaron y sacaron conclusiones de todo tipo; la sostuvieron con causas, que parecían sólidas y valederas, pero ninguno dijo que aceptaría el ofrecimiento del Ángel…

Nadie…

El maestro se sonrió, y sabiendo la devolución de la pregunta, a lo que un solo alumno, después de mucho cavilar, se animó a dirigirle…

Pausadamente, así contestó:

_La aceptaría en el acto… y sin dudarlo… con un fundamento único…

_No hay nada nuevo bajo el sol…

Mis ataduras a este plano, son demasiado sutiles y casi se dirían desaparecidas y de imperceptible sostén…

Dependo sólo del día y lo que este trae… sabiendo que nada podrá reformarme y en nada modificaré al entorno; sólo, lo que como semilla deje en cada uno de ustedes, con aptitud  a su arbitrio, para discernir…

Las ideas rodarán y si así la conciencia propia lo dirija, eclosionarán a su tiempo, o simplemente se perderán en el desierto magnificente de la sequía sin éxito…

Siento y pienso, las he distribuido a todas…

Los hilos indelebles que me sostienen, son el caudal propio de los afectos cultivados, a los que nada debo y los que nada me deben… sólo construyo cada día, con cariñoso cuidado, la propia arca de la alegría, con amor infinito, sin pedir retribución ninguna…

El júbilo externo me mueve a comprensión…

Distingo entre la chanza y la distracción…

Entre lo tosco y la eficacia…

Entre el embate y el análisis…

Las tristezas, son efímeras… pero ellas, me mueven siempre a compasión…

Sin ejercicio de la crítica, extiendo la vara inquisidora hacia mi propio interno…

Cultivo los mismos afectos, todos los días, puesto que por algún motivo están dentro de mi propio jardín… y a ellos rindo mi eterno homenaje y amor sin condiciones…

Sutiles ataderos que aún me sostienen aquí…

No espero nada, y al haber perdido la esperanza, solamente riego lo que bajo el impero de mis recintos existe…

Cuando terminó la enumeración, lenta y pensada,  una figura hasta el momento imperceptible,  se hizo tangible…

El Ser de grande alas, sonriendo se colocó a las espaldas del maestro…

La formidable y grata presencia,  ante la sorpresa de todos, rodeo al maestro con sus alones; el que cerrando los ojos, sintiendo el cálido refugio de esa tan esperadas protección, como el anhelo interminable y único de su deseo cumplido, cerró los brazos en cruz sobre su propio pecho; más escondiendo su rostro en el emplumado Ser de mirada conmiserativa y complaciente, produjo un esplendor intenso, al mismo instante en que ambos desaparecían, dejando un halo de asombro entre los presentes…

El Uno se había consolidado… ambas partes, por fin se habían reunido…

Vitelmina Ahuir

 

 

 

 

 

 

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