OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Interrogante (26)

Interrogante…

 

Una noche de tantas, en medio de la soledad casi absurda de la vida, esa que deviene sin quererlo, sin pensarlo y al principio, casi sin admitirlo, el anciano fumaba su vieja pipa, y de a ratos, rascaba la coronilla con alguna preocupación…

En esta oportunidad, tratando de buscar una idea escondida en medio de su cabeza, para poder satisfacer el interrogante de su propio hijo…

Acostumbrado el joven, de llegarse a compartir, como una gran necesidad interior formada en el tiempo, sobre sus proyectos; el destino de los nuevos caminos a surcar, como de costumbre en su corta vida…

… esta vez, había formulado una pregunta, que sin dudas lo agobiaba desde hacía tiempo…

_Qué haré de mi vida, padre, cuando no estés? Eres lo único que queda de mis raíces…

_Dónde me afianzaré?

La misma pregunta que realizara alguna vez en la niñez, de manera reiterada, volvía a formularla el hombre…

Era difícil a esta altura, describirle un largo cielo de maravillas, donde por sectores ordenados, se cuidaba a algún animal herido por el descuido de la sociedad…

El relato de un cielo amoroso, donde van los pájaros que ya no anidan, sino que yacen en el suelo, fríos e inertes en algún invierno, pero sin dudas vuelan en la transparencia de la luz;  la inmensidad cobijando algún cachorro que atravesado por la muerte en el camino, era consumido por algún ave o bien por las ruedas inmisericordes de algún carretón… no serían en esta oportunidad, suficientes…

Las fantasías de la primera infancia, había que revalidarlas con una certeza desde la experiencia o el sentir propio de toda una vida…

Luego de una larga reflexión, que también concretaba para sí mismo, el padre lentamente, dibujó sus ideas con palabras…

 

Entonces así habló el anciano…

_Hace tiempo, cuando por primera vez sentiste latir el cuerpecito de tu pequeña hija, estabas asustado y no sabías cómo enfrentar la vida, o de dónde partiría tu potencial para verla crecer y formarse…

_Tú eras como un débil manzano, que al peso de la primera fruta, hubo que apuntalarlo, para que el agobio de tu primera y más importante creación, no destruyera al árbol…

_Como ya vez, ese mismo árbol, ha dado tres hermosos frutos en su totalidad y el macizo de tu vida, ha crecido en dimensiones y ancho para poder soportar el nutrirse de los frutos, hasta hoy cuidados y amados…

_Ya no necesitas de mi puntal_ prosiguió_ Todo puedes hacerlo tú sólo…

_Desde aquel tierno fruto, que nacía desde una esplendorosa flor, han pasado diecisiete años ya… continuó diciendo…

_Tus miedos y  expectativas, han podido cumplirse lentamente, tal vez no cómo tu esperabas, pero sí, de la manera que tuvo que haber sido… puesto que en la misma semilla, estaba el potencial de su madurez…

_Nunca olvides tu recorrido, pues este marcará siempre la diferencia, las posibilidades, y decisiones a tomar…

_Más, cuando la luz de mis ojos se pierdan en el brillo intenso del sol,  y aún me necesites, sólo observa algún ave que viene al manzano en busca del alimento, que allí me tendrás…

_Háblame! Como hoy y en este momento, pues esté donde esté, el recuerdo de este día te dará la respuesta de lo que necesites saber…

_Mira sobre el brillo de tu cosecha, y me encontrarás_ Continuó_ Porque ningún fruto, se esparce o rueda muy lejos de su propio creador… aun cuando un océano o mundo, divida sus raíces…

_Y si aun así, me extrañas y necesitas, prende una lumbre, puesto que,  con el amor que me quede, como aplicado alfarero, en la sutilidad del líquido que esta derritiere, al consumirse en lentitud, formaré la imagen de mi respuesta, para ti…

Aquel día, el anciano recibió el abrazo más sentido y profundo que un hijo puede dar…

Con el calor de aquel abrazo, el anciano poco después, entregó el brillo de sus ojos, al calor eterno del sol, llevando su pacto promesa, consigo mismo… mientras al dormirse para siempre, se le escuchaba murmurar con una sonrisa:

 

 

 

¡Ay torzal de la vida! ¡Quién pudiera!

Descubrir antes, el misterio de tu afán,

mil sonrisas cristalinas sonreirían

bajo el manto sacro santo de tu altar…

 

Sacrificios espontáneos tu darías

sin pensar en la gloria ni el pesar;

pues abriendo la naciente primavera

tu semilla sembrarías sin dudar…

 

Vitelmina Ahuir

 

Osirión Principado del Ka

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