OSIRION PRINCIPADO DEL KA

El tablero (28)


El tablero…

 

Qué largos son los días!!! Hasta parece que más que acortarse, a cada momento es más difícil llegar al final…

Estoy circulando al revés del otoño… y no es raro, aunque significativamente lo parezca…

Las fuerzas se acortan, las horas se hacen interminables… sentido inverso de un tiempo cáustico, desnudo y desnutrido, que circula por veredas angostas y lluviosas…

Es posible que hoy, mis letras no tengan una connotación consecuente a lo que suelo escribir… y me refiero a la alegría… y es que la música interior de hoy, tampoco ha sido alegre…

La sentí como la llovizna, que no moja significativamente, pero afloja las huesos, y ellos duelen… Se lamentan en su estructura pálida de arpa rasgada, atrapada sobre el silencio oscuro, dentro de la habitación particular de la piel desnuda…

Se descubrieron las mejillas con el rocío desbordado en surcos, en el lánguido llanto de un sentimiento indefinido, por la mezcla…

Amasijo peregrino de agua mar, deslizándose lento, sin definición, que puede ser rabia, impotencia y miles de estrellas que no brillan, y cuya materia incandescente apagada, se desdibuja en formas chorreadas, de perdido brillo… grises, duras, de cristalizados puntos turmalinos…

Pero entiendo a mi corazón, y sé que la nostalgia y la tristeza es una parte de mí… tal vez la mayor, en la composición de sus tres cuartas partes…

Probablemente como la característica no saliente, sumergida  y que impertérritamente, uno se empeña en no mostrar o no sacar, por la simple razón de: a quién le importa…

Posible es, que si la manifiesto, en esto que casi se parece a un diario de vida al escribir,  y que por momentos, entiende  mi alma que estoy sola frente a una máquina… y que tal vez alguien lo lea cuando la sensación o la emoción, ya pudo haberse extinguido, porque me dormí, o sencillamente volví a tener la fortaleza de dominarla… ocultarla… desdibujarla, destruirla o sencillamente, ignorarla… una vez más…

 

Como en un tablero de ajedrez, moviendo una ficticia pieza del armazón, que traté, tal vez sin lograr, a través de una convicción a medias, jugando con el entendimiento de poder ganarle a la vida o a la sensación de cansancio…

Es viable, que esté en uno de los aspectos, del cansancio de la existencia… lo entiendo por mi ansiedad de concluir el día, mi trabajo y hasta la visión irreal de no estar despierta… dormir…

Es potencial que no quiera confrontarme con la sombra… y la sombra se estira y acorta la luz del día… no sé… sólo que por allí, me niego a conectar con las emociones no tan solidarias con la fuerza que se necesita para volver a levantarse y ponerse en marcha… todos y cada uno de los días…

Es como si a cada amanecer, ejercitara sobre el entablado, un juego nuevo que distraiga, el largo y profundo, estrecho y puntiagudo, sendero trayectoria, entrelazadas con las ansias de deserción hacia los mundos celestes, por no concilio en la armonía del espacio tiempo: NADA NUEVO BAJO EL SOL…

La mente me distrae, me susurra que es mi trabajo diario, y que no es físico sino álmico; esto de cultivar un jardín diferente a cada rotación, poniendo el espantapájaros que cuide…

… pero otra parte del mismo personaje mental, me dice que las aves, se emperran en comerse las semillas y al despuntar la aurora, nuevamente al área de cultivo… bregando por cosas imposibles… permanece árido… y las herramientas, como si nunca se hubiesen esgrimido…

Entonces, aparece la vos prodigiosa de la mente buena, que enchufándose  en el puerto estático sobre la memoria, encuentra asociaciones bellas…

…y vuelvo a sembrar como lo hacía en otrora con mis padres… en el jardín con mi madre y en la huerta con mi padre…

Qué lo parió!!! Cómo los extraño!!!

Y esa consuetudinaria marcha hacia atrás, lento y pausado, me vuelve a descubrir ese casillero inerte con un rey caído, una reina inexistente, mostrando que la nostalgia me ganó o hizo una nueva trampa sobre el tablero, y me deja perpleja frente a la cuadrícula insensata, casi vacía del blanco y negro…

Y en la distribución progresiva, brotan las figuras geométricas donde vislumbro caminos que siempre terminan en un mismo lugar, al límite contrario… no hay salida… se llega hasta allí… no hay más…

…o existe un límite irrisorio del cuadrado miserable, que invertido, me muestra la cruz perecedera  e hiriente, impertérrita de la existencia…

Pero al día siguiente, retorno a armar la tabla y me digo internamente, que la torre no caerá esta vez, ni el caballo de la reina podrá ser vencido por la miseria enigmática del alfil extraño y enmascarado; oscuro  luchador, que caminando al través, me indica que dejé el flanco izquierdo, al descubierto…

La guerra de la vida…

El cansancio de la lucha…

Y la mente mala, me atrapa… se burla…

_Cuidado con el verbo, el verbo es creativo…

_Pronunciaste lucha, desgano, flanco al descubierto_ Reafirma…

Y me nace la ira, y le grito!!!

_Silencio mal nacida!!!

Y me rindo… y traviesa, la mente perversa vuelve a susurrar: “de ese árbol que acabas de plantar, comerás con sudor y lágrimas, sus frutos…”

Me doy vuelta, me enfurezco y pateo la pared, pero la mente hiriente, no está allí y se sigue riendo con locura impía… aturdiéndome…

…y lo peor de todo, es que tiene razón…

Matas espinosas crecen en la cuadrícula y toman prisionera  a la reina, que sale del juego y el rey, casi inmóvil, pues se cobijaba sobre una tropa desbastada, cae en su blancura inmaculada, frente a la negra fuerza del adversario…

En el campo han quedado algunos peones… lívidos, blancos, pálidos, exhaustos… y de un manotazo, los retiro…

_ A quién pretendo mentirle!!! Acabo de perder el juego…

Ocho por ocho, sesenta y cuatro cuadros, en los que habrá que sembrar agrimonias de colores, enredarlas con serpentinas de matices, para que los peones, retornen al hogar por los casilleros níveos, y al pasar, cada flor deposite en sus ánimos, la fragancia que les entibie, una nueva visión nueva, de blancas posibilidades, sobre un campo de batalla que en realidad no existe… pero los peones, sin embargo, se ven visiblemente cansados…

Treinta y dos cuadros de la magnificencia del cumplimiento de la labor extenuante…

Blancura, brillo y nobleza…

La mente, burlona y complaciente, me da una palmada en la espalda, diciéndome

 

_Por lo menos lo intentaste!!! Ejercitaste tus talentos!!!

Y el odio, me enceguece, mientras termino acogotándola…

Ambivalencia…

Ella de pronto y sin que la viese, se vistió de bondad… y me deja sin armas para combatirla… exterminarla…

Gris y punzante ambivalencia…

Vuelvo tras la mente…

_Bendita eres mente, imaginación interminable, que multiplica, siembra flores, cultiva el negro escaque de tierra negra y profunda, barrosa y de pantanos innegables… coexistiendo dentro de mí…

La disculpo, le dejo hacer, pues pasó el arrebato… me he cansado de luchar con su tiranía…

Ladina, aprovecha para continuar su trama… la miro de soslayo… entre la bruma de las lágrimas… El corazón sin ira,  me ha dejado el depósito gris de la nostalgia, de la melancolía y el dejo agridulce de la incertidumbre; margen extraño de la cornisa suspendida, entre la cordura y la locura…

Un peón, recoge una flor e intenta llegar a la torre que aún está en pié, nívea y reluciente,  resguardando a la doncella que algún día tirará su majestuosa trenza por el ventanuco, y podrá liberarse del cautiverio gris del calabozo enmohecido y lúgubre de la prisión corporal…

_Sí, sí, ya sé… ejercicio de la resistencia… pero…

_ Por qué tan difícil?

La mente ufana, hace como que me ignora…

_Sé que me escuchas atentamente, y sólo disfrutas de burlarte de mí, una vez más… pero una vez más, deberé perdonarte…

Vuelvo a prepararme…

Algún día la sorprenderé con la muralla baja, la atraparé, y desde la cornisa, la tiraré a las profundidades, entre las olas rugientes del caos brumoso  e intangible… y el cordel de la libertad, aparecerá como un rayo intangible pero seguro, por donde y desde donde,  subirá mi alma, para nunca más volver… allí te esperaré… 

Vitelmina Ahuir

 


 
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