OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Sirenuca (37)



Sirenuca…

En las profundidades del inmenso, profundo y azul océano, el gran y portentoso rey del mar, se sentía deprimido y solo…

Nadie, dentro del la irradiación de su reino, lo podía hacer sonreír… siempre en sus funciones de cuidado de todos los seres marinos, no encontraba alguien que pudiese acompañar sus días…

Así fue, que en tanta soledad, decidió visitar a un viejo pulpo que vivía en las cavernas olvidadas, al confín mismo de las profundidades, confiándole su problema y buscando el alivio a su pena…

El taimado pulpo, que por años había envidiado al soberano, le indicó que la solución, sería la proyección de su reino en compañía de un hijo, que le alegraría la vida, hasta el final de sus días, pero de allí, este cargaría con tan abrumante designio… la soledad…

Este hijo, tendría la posibilidad de contar con la sabiduría de todos los mares, lejanas tierras y la fortaleza contra tan innoble estigma…

Le explicó, que después de la séptima luna llena, y en el próximo año bisiesto, debería colocar dentro del caparazón de una ostra, el talismán que aquel renegado ser, le entregaría… pero eso si le advirtió, el hijo traería la fortaleza contra la soledad, aunque no podría jamás revertir el hechizo… se haría cargo con su poder, de semejante mácula… y también tendría ese don, que otros no tendrían… tentándolo de esa manera…

Se retiró el soberano, pensando muchos meses en si debía trasladar, tan inconmensurable tristeza, a su heredero…

_Pero Pulpo había dicho que contaría con la fortaleza_ se decía sin decidirse… _tendría un don_ se repetía…

Así fue, que llegado el tiempo, no pudo resistir la tentación… entre una gran y hermosa ostra vacía, depositó el artilugio…

Tal como dijo Pulpo, la séptima luna llena del año bisiesto, y se sentó a esperar…

La luna resplandecía en la noche, sobre las altas mareas… y el rey se dijo anhelante:

 

_Reinará mi heredero sobre las mareas, sobre la vida del mar, porque traerá conocimiento de todos los mares, y en esa certeza, confío el alivio de su alma…

Cuando la luna llegó al cenit, iluminó la calcárea cáscara y esta se abrió…

Para sorpresa del soberano, dentro de la ostra, una hermosa sirenita, dormía plácidamente recogida en tan amoroso aposento…

El fuerte rey, maldijo a pulpo… éste, lo había engañado…

De qué manera, una mujer, mitad mujer y mitad pez, podría tener fortaleza contra la soledad… era imposible…pero estaba hecho, la sirenita estaba allí…

La pequeña, en cuanto abrió sus enormes negros ojos, estos brillaron con la luz de la luna, y una suave melodía brotó de su garganta, arrobando el corazón del rey…

Sirenuca, salía tras de su padre, a juntar perlas, que sólo eran tareas dedicadas a los masculinos del mar, siempre bailotendo y cantando sin cesar, haciendo que el rey fuera inconteniblemente, feliz….y así el viejo soberano, se olvidó del sortilegio de la luna llena…

Sirenuca hablaba de viejas costas, de desconocidos lugares y en la descripción de mundos fantásticos, embelesaba a quien quisiera escuchar…

Sirenuca sembró felicidad en todos los estratos de su eterna comarca… y así creció…

Un día, de sol y de mareas altas, un joven príncipe de lejanos mares, con enormes ojos azules, se presentó frente al trono…

De gran belleza, largos cabellos rubios, le dijo venía en busca de la joven Sirenuca, de quien se hablaba en lejanas comarcas, por su gran alegría y canto…

En el corazón del rey, no cabía tanta dicha,  recordó aquella entrevista con el viejo Pulpo, y se dijo para sus adentros, que el taimado brujo, no se saldría con la suya, al fin…

De esa manera, confió al amor del joven príncipe, el destino de la joven sirena…

Prendada de los oceánicos ojos del príncipe, Sirenuca rebosaba alegría, cantando mientras recogía perlas junto a su padre… se había enamorado y su canto era aún más cautivante que al principio…

Un día de gran tormenta, el príncipe escuchó una empalagosa melodía, que en nada se parecía al de Sirenuca…

Una bella sirena de magnéticos ojos verdes, yacía sobre la cubierta de una goleta…

Olvidando el príncipe, toda recomendación de no acercarse a los barcos, donde los hombres eran rústicos pescadores, se aproximó a tan bella mujer pez… y fue en ese preciso instante, que el viejo y oxidado arpón, atravesó su cuerpo, quitándole la vida…

Había caído en la trampa…

Sirenuca desesperada, fue a buscar el antiguo cofre donde guardara sus más bellas perlas y ofreciéndolas al grupo ebrio y desaliñado del viejo arponero, las trocó por el cuerpo inerte, del bello príncipe…

Junto con su padre, lo guardó en la cáscara vacía de aquella ostra que le sirviera de cobijo… Miró los enormes ojos azules, fríos y sin vida, por última vez, y depositando tan preciado final, en el fondo del confín del mar, llevado por caballitos de mar, y bordado de estrellas y conchas marinas…

Llorando amargamente, dejó el cuerpo gélido, a merced de la arena que fue cubriendo la ostra, lentamente…

Ese trágico día de tormenta, Sirenuca perdió su luz,  junto con ella, el conocimiento de lejanas costas y distantes mares, más el canto…

El rey del mar, se maldijo mil veces por el antiguo trato con el malvado pulpo… y al poco tiempo, murió de pena…

Sirenuca con toda la soledad de los mares, seguía juntando las perlas que su padre le enseñara…

Todas las sirenas de la comarca, al verla sola, le temían… los celos respecto de sus consortes… máxime, cuando juntaba perlas, que era un trabajo de varones!!!

Todos los atardeceres, Sirenuca nadaba varios kilómetros hacia lejana isla, donde el brillo de la luna sobre la arena, ejercía un hechizo inexplicable…

Se tendía en la tibia arenisca y soñaba con la felicidad de un nuevo príncipe…pero pasaron los años, y el sueño no se cumplía…

La séptima luna llena de un año bisiesto, mientras soñaba como hacía años lo había hecho, con lejanos mares y apartadas tierras, un destello de luz sobre la arena, la sorprendió…

Fisgoneó con cuidado y para su sorpresa, un sarraceno rey, de maduro aspecto, sentado sobre sus piernas miraba el horizonte…

Sombrío de soledad su rostro, con el turbante yaciendo a un costado, refulgían sus negros ojos a la luz de la luna y de allí era tal destello…

Asustada Sirenuca, se tiró a las agitadas olas, y el chapoteo despertó al rey de sus profundos pensamientos…

Sirenuca se fue asomando despacio y temerosa sobre las olas del mar….

Tal vez, sería un arponero y ya bastante sufrimiento había causado esa gente, se dijo…

 

El rey también la miraba sorprendido… pero quiso el viejo encantamiento, que el reflejo de la luz de la luna en  los ojos del monarca, cayeran sobre la garganta de Sirenuca y la vieja melodía de antaño volvió a surgir poderosa y clara, entre los carnosos labios de la mujer pez…

Embelezados en uno con el otro, no se dieron cuenta nunca, que pertenecían a diferentes mundos… y que posiblemente jamás, podrían estar juntos… pero el amor, hace cosas impensadas…

Mandó el sarraceno rey a construir una alberca junto al mar, con perlas azabachinas que reflejaban la luz de la luna…

Fue así, que todas las tardes, al ponerse el sol y a la salida de la luna, Sirenuca salía de las profundidades del agua, y desde la alberca,  cantara sus mejores odas al rey, y este extasiado la escuchara, mientras ambos disfrutaban de la luz cristal plata de la compinche luminaria…

Cuentan los lugareños del tan lejanas tierras, que un amanecer, de la séptima luna de un año bisiesto, se vio bajar un Ángel del cielo, que arropando con sus alas, liberó al rey de su humanidad y lo dejó bajar al mundo de las profundidades junto a Sirenuca… a los confines mismos de lejanos mares….. y que se escucharon, aquel día de séptima luna llena, del año bisieto,  el canto de cientos de sirenas, despidiéndolos en tan largo viaje, para ser felices por siempre… porque la fuerza del amor, prima sobre cualquier encantamiento…

Vitelmina Ahuir

 

 

 


Osirión Principado del Ka

Crea tu insignia
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis