OSIRION PRINCIPADO DEL KA

Kuph...

Kuph o Cup

Kuph es la décimo novena letra del alefato.

Referida a la santidad, representa a la energía animadora de Todo cuanto vive y existe.

Como Fuente que surte la magnificencia, Es, siendo el centro dispersor, desde donde la creación se alimenta

“Fuente de inspiración Divina, creadora y creativa”.

Referida a la “Unión de los consortes primigenios” como gemelares, entiende a la unificación de la actividad conjunta, de ambos hemisferios cerebrales en toda “creación” inspirada.

Así también, a que toda creación inspirada que es saludable al crecimiento del Todo, es “Sagrada” y bien vista por  los “Ojos” del Gran Hacedor.

Desde su trazo, vemos que está formada por la alianza de dos letras.

Zaín séptima letra que se estira descendiendo desde la izquierda y separada, desde la primigenia y sexta Vav como origen de decisión y libre albedrío, pero siendo cubierta por una Resh (letra hebrea número veinte) que se amplía sobre la derecha.

Menciona en su comprensión, a la redención de las “Chispas Caídas” y a la Omnipresencia  del Creador en todas y cada una de sus partes.

La palabra santidad en hebreo se pronuncia “Kedushá”, e inicia con la presente y explicada letra.

Refiere a la “Santidad” como separación con lo “divino”  respecto y desde lo “humano”, y al rescate de lo primero a lo segundo.

Su pronunciación se concibe como amplificación de bendiciones recibidas al ser recitada en repetición, (Generalmente tres veces) e incluso, realizada por “diez personas de edad adulta”, esto es, un conjunto de personas mayores de trece años formando un “minián” (o un quórum mínimo), como base fundamental para posibilitar la atracción de esa “bendita” realidad al plano físico.

No nos olvidemos, que los centros energéticos conocidos desde la filosofía hindú como chacras fundamentales son siete, pero éstos a la vez responden a la base formativa de trece en su totalidad. Uno en uno mismo, que también se corresponde idénticamente, para cada ser dentro del Ser.

La alineación de los “trece” o “coherencia”, es una cuestión ejemplificada o semejantemente plasmada en la conformación del plantel del trabajo o misión del Maestro Jesús con sus doce apóstoles; así también a Arturo y su mesa redonda de doce caballeros; lo mismo se asemeja en la construcción del minián, como grupo.

Igual “analogía” desde la astrología, al trabajo de alineación o labor humana, bajo la “luz” de las doce constelaciones alrededor del ecuador terrestre, que hila el sol de nuestro Universo y se dan conformadas por la luna de nuestro planeta,; lo que otras mitologías como por ejemplo la griega, estructurara y describiera en los “doce trabajos de Hércules”.

No olvidemos tampoco que, entre las constelaciones y el planeta tierra, existen “diez planetas”, a saber: dos luminarias (sol y luna) y ocho restantes, representantes del número del infinito.

Energías que se esparcen sobre los tres cuerpos o tridimensionalidad humana que son: pensar, sentir y hacer.

Semejantes a tres oraciones: una larga, una en silencio y una corta:

“Santo, Santo, Santo . HaShem , El Dios de los Ejércitos, el mundo entero se llena de su gloria"

“Bendito es la Gloria de HaShem, en Su lugar” (Su Trono celestial), y

"HaShem reinará para siempre, El Dios de Sión, de generación en generación, Haleluya".

HaShem es un término hebreo que significa literalmente “El Nombre”.

Se utiliza para evitar referirse al nombre de Dios, o igualmente se soslaya al escribirlo con sus cuatro letras: Yud, Hei, Vav, Hei, que simbolizan al “veintiséis, siendo ésta cantidad, dos veces trece en cualidad”.

HaShem es idéntico en apreciación al tetragrama YHVH, así mismo a la palabra Adonai, que significa: “Señor”.

La paradoja propuesta por Kuph, en la unión simbolizada por las dos componentes descriptas, siendo el secreto de pronunciar:

“No hay nadie sagrado como Dios”.

“Él está aferrado en todos los mundos, pero nadie lo puede aferrar a Él”.

La letra Resh simboliza  a la “inmanencia” del Creador y a “Ser” en todos los mundos, permeando todos las esferas de la realidad, y  “por debajo de la línea” a Zaín descendente, revelando la “trascendencia” o el “estar”, como existir.

La letra Resh, nos lleva a comprender la Inmanencia eterna de Dios, que permanece "separada" (en hebreo "santo" significa separado) a su trascendencia; Su inmanencia descendente que concurre hacia lo trascendente de Sí Mismo en lo semoviente existente.

La letra tzade, referencia a “la caza” de las chispas caídas, esparcidas desde el Todo. La resolución del conflicto, como concurrencia o retorno de las mismas.

Denuedo voluntario de la “alianza, pacto o unión” en el Tzadik, que desde “cuatro ventrículos del corazón”, procede a la unión con los “dos espacios” cerebrales, propuesto por Kuph, referenciando a la letra Vav empleada en el tetragrammatón. Lugar donde procede la decisión e retornar o perderse en la extensión de la falta de luz.

Unión de la materia con la anti materia o unión de la materia con lo intangible o instancia energética.

El poder de “jai” o símbolo de la vida y de la misericordia de hashem, implica al intermedio que “unifica”, su hijo hecho “verbo”: Yeshua, el Masiah.

Shalom aleikhem en yeshua es el mesías o Masiah. La paz y equilibrio se encuentran en el punto medio, el verbo.

Masiah, palabra espejo de Hashem. Equivale a “santificar el verbo” o unir, el pensamiento y acción por medio del sentir.

La guematria de Jai, símbolo de “vivir o vivo”, representa el poder de revivir las chispas caídas, representadas por la Kuph.

Desde la comprensión de unificación de la quinta letra Hei, con Abba, el secreto encerrado en el vocablo “java”, (reunión de Abba, Aleph, Beth, Beth, Aleph: “sin principio ni final”) y a la mencionada Hei, como Eva o infundir “vida”, (la letra Vav se espeja en la Beth) se explica en gematría como la suma de “diecinueve” y  de la siguiente manera:

Siendo Adam equivalente a “uno (Aleph) más cuatro (Daleth), más trece (Mem) que resulta en dieciocho”, es equivalente al vocablo “Jai”, vivo o viviente, en el Uno de la primera Aleph.

En el génesis queda explícita la conformación tangible desde lo intangible.

Génesis 3: 20

20 Y llamó Adán el nombre de su mujer Eva, por cuanto “ella fue la madre de todos los vivientes”.

21 Y Jehová Dios hizo a Adán y a su mujer túnicas de pieles, y “los vistió”.

22 Y dijo Jehová Dios: “He aquí el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal”. Ahora, pues, no sea que alargue su mano y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre,

23 por tanto, lo sacó Jehová Dios del huerto de Edén, para que “labrase la tierra” de la que fue tomado.

24 Echó, pues, fuera al hombre y puso al “oriente” del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del “árbol de la vida”.

Comienzo primigenio o genético de la conformación física o terrena, acorde al Creador sobre la materia.

La inmanencia del Creador, frente y entre a lo transformable o digno de “labrarse”. Dentro de lo labrado, la posibilidad de transformarse.

Transformar la materia y transmutar la energía. Siembra y recolección de la siembra.

Desde lo energético o sutil y sus diferentes escalas descendentes y ascendentes: refiere igualmente a la recolección de almas dispersas o “Chipas caídas” desde el Todo y hacia el Todo.

Las almas esparcidas a nivel aprendizaje, y sostenidas por la Esencia del Ser.

El alma, a semejanza de “vapor de agua que desciende y asciende”, explica el vocablo Abel:

Aleph albergada en la casa Beth, da aliento al “semoviente Él, o Lamed: sacrificio de la materia, a servicio del “principio Viviente”: transmutación y transformación.

La palabra hebrea “vapor” o hevel, es también el nombre de Abel, el segundo hijo de Adán y Eva, que fue muerto en manos der su hermano mayor Caín. Hevel resulta siendo jai 19, más Tzade 18,  concluyendo nuevamente en el Uno, como reinicio desde el 37.

En conclusión diremos que Kuph, como dualidad o paridad componente de vida, cuyos elementos se encuentran presentes, aún dentro de un estado aparente de muerte o transformación, resultan en la explicada letra Resh.

El vapor de resh que rodea a zain, en el espacio 27 (9) de su suma, es la instancia que promueve el retorno y que encuentra semejanza en Kaín: Kuph (19) en Aín (16) o nada, o el conteo de su dupla en gematría 35 (8), transitando el camino del infinito; la chispa oculta, que desciende para trascender.

Haciéndolo desde Phe o fe, la síntesis de la suma de 9 y 8, sintetizado en lo anteriormente explicado.

La santidad innata de cada chispa, asegura su redención y elevación final por parte del Tzadik  en la Tzade, unión con el Uno =Jai.

El significado más importante del número representado por la letra Resh es el alusivo al ciclo acorde en “cantidad” necesario de diecinueve años, que la luna utiliza en relación con el sol, para repetir la similitud de comienzo idéntico en cuanto a la forma relacionada a sus fases; lo que constituye la base del calendario hebreo.

Antes de continuar, debemos explicar sobre los ciclos lunares, para poder continuar…

Ciclos de tiempo hebreos:

Acorde a la interpretación bíblica, el día en el calendario hebreo, comienza con el ocaso, y culmina al ocaso próximo del siguiente posterior; es decir, un día que se cuenta de una puesta de sol hasta su otra puesta.

"Y fue la tarde, y fue la mañana..."

Así, encontramos diferencias al día según el calendario gregoriano, que transcurre desde exactamente medianoche a medianoche, o momento en que el sol transita por el meridiano de Greenwich dos veces, extensivo en 24 husos horarios de proyección.

La serie de horas y días, e incluso el “peso” de las cosas, nacen explícitas desde el Levítico 23 de la Biblia, al explicar respecto de las fiestas solemnes a guardar por su pueblo.

No debemos olvidar tampoco, la simbología profunda que implica respecto de la Santidad y el estrechar lazos en Kuph; incluso, la relación numérica respectiva de cada “mandato”.

Además, tendremos en cuente la triple naturaleza numérica sobre: orden, calidad y cantidad.

También véase, cómo en el desarrollo del capítulo, cuya cifra numérica refiere al “sembradío”,  entrama la genética y formación corpórea dentro del útero materno, al advertir en el versículo “cuarenta”, el tiempo  de gestación agregando: “el primer día ramas con fruto de árbol hermoso”.

Mencionando el concepto o significado de “generaciones”, al expresar “donde quieras que habitéis”, siendo que agrega: “en la tierra que yo os doy” incidiendo en la comprensión de tiempos en tiempos, como transmigración álmica.

Si observamos también el sentido de mantener: “encendido el fuego”, como comprensión de conciencia, o estar conscientes, alude incluso a la dualidad, al referirse “entre dos partes”.

Los “cuarenta y cuatro versículos” apuntan nuevamente al ocho o símbolo del infinito.

Por último, observemos el crecimiento de “ofrendas”, desde pan sin levadura, vino, pasando a pan, cordero sin “defecto”, un becerro de la vacada, y dos carneros, macho cabrío, dos corderos de un año, ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, va en aumento, como dispersión de la luz, alejándose en el espacio.

Levítico 23:

1 Habló Jehová a Moisés, diciendo:

2 Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas:

3 Seis días (*) se trabajará, más el séptimo día será de reposo; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en “dondequiera que habitéis”.

4 Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos:

5 En el mes primero (**), a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová.

6 Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura.

7 El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis.

8 Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis.

9 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:

10 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando “hayáis entrado” en la tierra que “yo os doy”, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega.

11 Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá.

12 Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año(****), sin defecto, en holocausto a Jehová.

13 Su ofrenda será dos décimas (***) de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta (***) parte de un hin.

14 No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que habitéis.

15 Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas (*****) cumplidas serán.

16 Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.

17 De vuestras habitaciones traeréis “dos panes” para ofrenda mecida, que serán de “dos décimas de efa” de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová.

18 Y ofreceréis con el pan “siete corderos de un año, sin defecto, un becerro de la vacada, y dos carneros”; serán holocausto a Jehová, con su ofrenda y sus libaciones, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

19 Ofreceréis además un “macho cabrío” por expiación, y “dos corderos de un año en sacrificio de ofrenda de paz”.

20 Y el sacerdote los presentará como ofrenda mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias y los dos corderos; serán cosa sagrada a Jehová para el sacerdote.

21 Y convocaréis en este mismo día santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis; estatuto perpetuo “en dondequiera que habitéis por vuestras generaciones”.

22 Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.

23 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:

24 Habla a los hijos de Israel y diles: “En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo”, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación.

25 Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

26 También habló Jehová a Moisés, diciendo:

27 A los “diez días de este mes séptimo será el día de expiación”; tendréis santa convocación, y “afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová”.

28 Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

29 Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.

30 Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo.

31 Ningún trabajo haréis; “estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis”.

32 Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los “nueve días del mes en la tarde”; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.

33 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:

34 Habla a los hijos de Israel y diles: “A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días”.

35 El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis.

36 “Siete días ofreceréis ofrenda encendida a Jehová”; “el octavo día” tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis.

37 Estas son las fiestas solemnes de Jehová, a las que convocaréis santas reuniones, para ofrecer ofrenda encendida a Jehová, holocausto y ofrenda, sacrificio y libaciones, cada cosa en su tiempo,

38 además de los días de reposo de Jehová, de vuestros dones, de todos vuestros votos, y de todas vuestras ofrendas voluntarias que acostumbráis dar a Jehová.

39 Pero a los “quince días del mes séptimo”, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Jehová por “siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo”.

40 Y tomaréis “el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días”.

41 Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; “será estatuto perpetuo por vuestras generaciones”; en el mes séptimo la haréis.

42 En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos,

43 para que “sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios”.

44 Así habló Moisés a los hijos de Israel sobre las fiestas solemnes de Jehová.

Cabe mencionar que estudios arqueológicos han revelado que también en la antigua Babilonia se señalaba el comienzo del día, al atardecer.

El mes hebraico

El mes en el calendario hebreo se basa en el ciclo que cumple la Luna al circunscribir por completo al planeta Tierra.

Desde nuestro planeta el ojo humano puede percibir cuatro diferentes estados principales de la Luna, a saber:

1.     luna nueva,

2.     cuarto creciente,

3.     luna llena o plenilunio y

4.     cuarto menguante; más sus intermedios, llevándo al doble u ocho.

Tal ciclo dura aproximadamente 29 días y medio.

Desde la Antigüedad, los antiguos hebreos sabían ya calcular la duración exacta de tal ciclo, estimando de acuerdo con sus conocimientos astronómicos que el periplo de nuestro satélite en torno al planeta tierra, tenía una duración de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 3,33 segundos, siendo por consiguiente su error de cálculo sólo de medio segundo.

Debido a que la cantidad de días en un mes debía ser exacta, el calendario hebreo emplea meses de 29 y de 30 días, intercalándolos.

Al fin del mes hebreo, la Luna está completamente a oscuras y no es visible desde la Tierra.

Al despuntar el cuarto creciente, apenas se alcanza a ver a la Luna como una finísima guadaña y ella desaparece en el horizonte minutos después del ocaso: ello marca el inicio del mes hebreo.

Con el correr de los días, al ser contemplada desde la Tierra, la parte iluminada de la Luna crece paulatinamente hasta llegar al plenilunio, que marca exactamente la mitad del mes.

A partir de ahí, con el discurrir de los días, vuelve la Luna a menguar, hasta desaparecer por completo, culminando también del mismo modo el mes del calendario hebreo.

El calendario hebreo se basa en el ciclo metónico de 19 ciclos.

Continúa…

Vitelmina Ahuir

 


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